Entre tantas actividades del día a día, es necesario tener un tiempo de relajación y conectarse con uno mismo. Y uno de los mejores métodos para esto es el llamado Mindfulness, también conocida como Atención Plena.
Esta es es un práctica que data desde hace miles de años y que ayuda a mantenernos conscientes de las experiencias que transitamos en el presente para poder aceptarlas y vivirlas sin dolor ni sufrimiento.
En las última década, esta práctica fue incorporada y reconocida dentro de la Medicina Occidental como una neurociencia y diversos estudios científicos demostraron que esta técnica es muy efectiva para reducir estrés o ansiedad, mejorar la autoconciencia, disminuir síntomas físicos y mejorar el bienestar en general.
Aceptar todo lo que nos pasa
El Mindfulness propone reconocer las cosas que nos suceden mientras están pasando para poder aceptarlas y así, fluir en esa experiencia sin rechazo ni dolor. El objetivo es que si acontece algo desagradable, lo aceptemos y no perdamos tiempo en intentar que desaparezca porque es eso lo que nos provoca dolor.
Es la Atención Plena que practicamos frente a todo lo que vivimos la que nos permite mantenernos en equilibrio y calma interna. Ella nos permite vivir las situaciones de forma integral, de manera plena y consciente: nos ayuda a pensar y situarnos en el aquí y el ahora.
¿Cómo se aplica?
Las técnicas de relajación y respiración del Mindfulness nos permite enfocarnos en el presente para reconocer las dolencias o molestias que nuestro cuerpo o mente tienen y aceptarlas sin rechazo. Podemos decir que es algo así como un entrenamiento del cerebro porque, frente a estas técnicas, aprendemos a relajarnos mental y físicamente y, además, se estimula la neuroplasticidad que es esa capacidad del cerebro de aprender y desarrollarse a partir de la estimulación que le damos.