- Distemper canino: Es causada por un virus que puede ser adquirido en cualquier época del año, aunque en el invierno es cuando más se presenta. Cuando la padecen, los perros suelen presentar registros de fiebre muy altos, mientras que los síntomas respiratorios van desde mucosidad en el hocico hasta severas neumonías. También genera daños en la dermis, en el aparato digestivo e, incluso, en el sistema nervioso. Es una enfermedad sumamente grave y el éxito en su tratamiento muchas veces es incierto, por lo que la mejor forma de prevenirla es a través de la vacunación temprana.
- Traqueobronquitis infecciosa: Es causada por varios microorganismos que afectan a la tráquea, cavidad nasal, laringe, cuerdas vocales y bronquios. Los síntomas de esta patología muchas veces pueden ser confundidos con los del distemper canino. Sin embargo, a diferencia de éste, la traqueobronquitis infecciosa sólo se limita a una afección respiratoria. Sus principales características son la tos aguda, seca y bien sonora, asociada con fiebre y decaimiento, a lo cual se suma el hecho de que se trata de una enfermedad altamente contagiosa. Por ello se le conoce comúnmente como «tos de la perrera», ya que en lugares con alta concentración de canes, como parques, peluquerías o criaderos, si cae uno enfermo, caen todos. Lo bueno es que no tiene consecuencias graves para el animal y, si bien se trata con vacunas, antibióticos y jarabes para acelerar el proceso de recuperación, también debiera curarse sola con el paso del tiempo.
Recomendaciones básicas:
- Evitar fumar cerca del perro enfermo.
- Mientras esté congestionado, no debe sobrexigirse ni hacer ejercicios.
- El collar en su cuello debe quedar suelto, ya que estas afecciones les provocan irritación en la garganta.
- Si bien no es aconsejable bañarlos, si se mojan hay que secarlos bien, mantenerlos abrigados y evitar los cambios de temperatura.
- Es normal que los perros enfermos pierdan un poco el apetito, pero hay que procurar que se mantengan todo el tiempo muy bien hidratados.