Muchas personas del mundo del espectáculo han reconocido el uso del bótox para reducir el paso del tiempo y las marcas que ha dejado este en la piel.
Sin embargo para muchos esto se ha convertido en una verdadera obsesión, llegando incluso a no tener movilidad ni expresividad en partes de la cara.
Dado el incremento de su popularidad, es que la investigadora de la Louisiana State University, Dana Berkowitz, realizó un estudio en mujeres que se han sometido a este tratamiento cosmético, concluyendo que esta toxina genera una adicción similar a la que producen drogas como el crack.
El problema, dijo Berkowitz a «The Guardian», radica en que el efecto del bótox solo dura entre cuatro y seis meses, por lo que las mujeres al ver las primeras líneas de expresión van a inyectarse otra vez. «El problema para mí es que al tratar de atraer a mujeres jóvenes, los médicos están intentando crear un consumidor de por vida», aseguró la científica.
Para los que aún no saben qué es el Bótox, esta es una neurotoxina derivada de la bacteria Clostridium botulinum, que al ser ingerida en grandes cantidades puede causar parálisis e incluso la muerte, pero si se inyecta en cantidades mínimas, solo suavizaría las arrugas.