Para algunas personas que se encuentran en una relación amorosa, a veces es difícil darse cuenta que los problemas y discusiones no se originan por la falta de amor, sino por manipulación e incluso por abuso de parte de uno de los involucrados. Las relaciones abusivas logran esconder una gran violencia y muchas veces, las víctimas no son capaces de escapar.
¿Por qué sucede esto?
La violencia no es sólo física y empieza a aparecer de a poco y de forma casi imperceptible, por ejemplo, con un comentario o un insulto, según consignó el medio británico The Independent. La abusadora o abusador es insidioso y malintencionado hace creer a sus parejas que son perfectas, sin embargo, cuando se presenta la violencia, las víctimas creen que esta no es su verdadera personalidad, sino que sólo una etapa, echándose la culpa de todos los problemas.
Lo anterior ocurre porque las víctimas quieren ganarse nuevamente el cariño de su pareja. No obstante, esto se trataría de algo mucho más complejo y que provoca que las personas se apeguen biológicamente al abusador. Las relaciones abusivas se caracterizan porque el abusador castiga a su pareja cuando no se “comporta” y la premia cuando lo hace. Esta secuencia repetitiva provoca una montaña rusa de emociones, desencadenando la liberación de cortisol, la hormona de estrés, y también de dopamina, la cual aparece cuando se recibe afecto.
Estas consecuencias psicológicas y biológicas causan que el organismo se enferme, provocando no sólo estrés, sino que también dolores en el pecho, acné y enfermedades autoinmunes. Los abusadores siguen un mismo patrón: idealización, devaluación y descarte. Este último ocurre cuando la víctima ya no “sirve” y la abandonan para buscar a su próxima conquista. Finalmente, cuando por fin logran librarse de ellos, es en ese momento que las víctimas se dan cuenta que estuvieron en una relación abusiva, del daño que sufrieron y que no fue su culpa, lo que las ayudará a superar el trauma.