Hace unos días Amaya Forch sorprendió a sus seguidores con una postal familiar y una emotiva reflexión. La imagen correspondía al cumpleaños número 6 de su hijo Alonso y quien sostenía la torta era su expareja y padre de sus hijos, Amaro Gómez-Pablos. «Familia se es también estando separados», era parte del mensaje con el que acompañó la fotografía.
Si bien la publicación sacó aplausos entre los seguidores de Forch, también causó sorpresa al recordar lo tensa que fue la separación de la pareja. Esta incluyó la petición de una orden de arraigo y prisión preventiva para el periodista por el atraso en pagos de pensión alimenticia y luego una denuncia por violencia intrafamiliar, la cual fue desestimada por falta de méritos.
Considerando todo lo anterior, Gómez-Pablos conversó con «LUN» sobre el estado actual de su relación con su expareja y cómo han logrado volver a tener una buena convivencia.
La nueva convivencia entre Amaro y Amaya
“Cuando la prioridad resulta clara, las heridas que se puedan arrastrar cicatrizan mejor y más rápido. Yo no hago esto por Amaya. Ella no lo hace por mi . Juntos lo hacemos por los hijos que tenemos en común y porque nuestra responsabilidad es su bienestar siempre, al margen de estar separados”, partió señalando Amaro.
Luego agregó que «fue un proceso paulatino con sus sobresaltos… Esto es de hace meses y progresivo. Con sus altibajos, pero un norte de entendimiento claro. No es una navegación fácil, porque abunda la suspicacia en torno a la manipulación de los niños”, agregó.
En esa línea, el periodista explicó que «cuando se empieza a despejar la sospecha, hay cercanía. Pero hay que entender que incluso la separación es un estado de relación, y en ello hay que hacer concesiones de un lado y otro. Hay que tener la voluntad. El resultado final, para bien o para mal recae en los niños”.
Finalmente sobre cómo ha incidido esta mejor relación en los niños, Amaro asegura que el efecto ha sido casi inmediato. «Los libera de estar entre dos trincheras. No merecen el fuego cruzado. Aliviana su existencia y la mejor métrica de ello es su risa«.