Los celos regularmente se deben a desconfianza e inseguridad, lo que ocasiona en diversas ocasiones que se fraccione una relación sentimental.
Según estudios, el origen de los celos parte en el área de la corteza cerebral que une el hipotálamo, la amígdala y los ganglios basales, los cuales son la base de los recuerdos, las emociones y percepciones.
Un olor, imagen, sensación o sonido activan estas áreas y provocan que el lóbulo frontal responda de forma exagerada e irracional.
Es por eso que el cerebro de una persona celosa se anticipa a la realidad y crea escenarios que no existen para tener una propia visión de los hechos.
Para llegar a esta conclusión, investigadores reunieron a un grupo de parejas que fueron dividas por género. Mientras que a las mujeres (celosas) se les pidió mirar algunas imágenes generales y describir lo que observaban, los hombres veían fotografías de otras mujeres en la computadora.
Según avanzaba el tiempo, a las mujeres les resultó cada vez más difícil concentrar su atención, hasta llegar el punto de confundir objetos y figuras.