La modelo y activista por los derechos LGBT participará en representación de España.
Con la confianza de quien marca el camino. Así se siente Ángela Ponce, quien representará a España en el Miss Universo 2018. «Estar aquí me da la posibilidad de ser voz y esa es mi corona personal. Me permite motivar a mucha gente. Hay personas que por el simple hecho de que yo esté aquí continúan viviendo, ese es mi orgullo«, comenta en relación al gran número de suicidios dentro de la colectividad trans.
La modelo, coronada en su país el pasado junio, comenta que en Bangkok siente «enorme cariño» de todo el mundo, sin embargo también reconoce que existe dificultad de muchos que opinan sobre su vida.
“Vengo preparada psicológicamente porque he llegado a un grado de aceptación conmigo misma que hacerme daño es muy complicado”, reconoce con sinceridad la española, en la previa a la gala que tendrá fecha el 17 de diciembre en la capital tailandesa.
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Los cambios implementados en las bases del concurso abrieron la posibilidad a partir de 2012 a que mujeres transexuales pudieran inscribirse en el certamen.
Sembrar tolerancia, respeto y amor
Algunas compañeras en Miss Universo y numerosos medios de comunicación sensacionalistas han criticado el hecho de que la española sea la primera trans en participar en la gala final del citado concurso de belleza.
“Muchos de esos comentarios vienen desde el desconocimiento”, rechaza la sevillana de 27 años,
Con una adolescencia desorientada “por la falta de información”, pero siempre con el apoyo de sus familiares, Ponce no se siente “víctima” sino una persona con un “camino diferente” y cuya personalidad se caracteriza por la “resiliencia”.
“Durante mucho tiempo no comprendía mi situación. Si yo no lograba ubicarme imagina (que lo hicieran) mis compañeros. Si ellos hubieran tenido acceso a la información (que hay en la actualidad) yo no habría sufrido acoso escolar, no me habría sentido diferente o se hubiera truncado mi formación académica”, recuerda.
La modelo tiene como meta con su participación suponer “un antes y un después” al sembrar en las personas una semilla con los valores de “tolerancia, respeto y amor”.
“Decir: aquí estoy y si yo lo he logrado, tu también puedes”, zanja la española.