Los alimentos o bebestibles interactúan con los antibióticos de tres maneras: mediante el bloqueo de la absorción de la droga por completo, disminuyendo la velocidad a la que el cuerpo lo absorbe y al interferir en la forma en que el organismo descompone el medicamento.
Por lo tanto, si no quieres reducir la eficacia del fármaco y deseas mejorarte cuanto antes, toma nota de los siguientes alimentos que será mejor olvidar durante el tratamiento.
- Ácidos: Bebidas carbonatadas, jugos cítricos, el chocolate y los productos a base de tomate, como la salsa de tomate, pueden interferir en la capacidad del cuerpo para absorber los medicamentos. El peor de todos es el jugo de pomelo, pues posee un compuesto que evita que el hígado e intestino descompongan los antibióticos, lo cual puede conducir incluso a sobredosis peligrosas.
- Lácteos: Aunque el yogur ofrece cepas útiles de los probióticos, que son buenos para el intestino cuando se toman fármacos, otras formas de lácteos pueden bloquear la absorción de los mismos. Esto, pues el calcio y el hierro afectan la capacidad del cuerpo para absorber las quinolonas, que es un tipo de antibiótico. Por lo tanto, si has tomado un suplemento de calcio o hierro, o comes alimentos con alto contenido mineral, mejor espera tres horas antes de tomar el remedio.
- Fibra: Alimentos como las lentejas, las habas, las frambuesas y los cereales integrales reducen la velocidad a la que tu estómago se vacía. Esto es positivo cuando intentas comer menos y perder peso, pero tiene el efecto contrario cuando estás tomando antibióticos, pues se ralentiza la velocidad de absorción del medicamento en el torrente sanguíneo.
- Alcohol: A pesar de que no interfiere con la eficacia de la mayoría de ellos, la combinación puede producir efectos secundarios desagradables, tales como malestar estomacal, mareos y somnolencia.