La joven de 19 años se graduó en la academia Milano Models, y pese a querer estudiar enfermería, no descarta las pasarelas.
El pasado domingo, Pato Laguna estaba feliz y orgulloso. Y es que su ahijada, Pía Ochoa (19) se graduó de modelo en la agencia Milano Models. El modelo y la joven se conocen por medio de los padres de ella, quienes son amigos de Laguna.
«Ella tiene condiciones innatas que las demuestra cuando desfila. Me pone contento verla feliz», dice el exconcejal. Pero la admiración es mutua, porque Ochoa vio en Laguna una inspiración cuando comenzó en el mundo de las pasarelas. «Obviamente mi gran motivación fue el Pato. Siempre me gustó lo que él hacía, pensaba ‘quiero ser igual que mi padrino’. Me encantaba la personalidad que tenía cuando salía en la tele», confiesa la joven.
Sigue leyendo: Así de grande está la hija mayor de Mauricio Pinilla y Gisella Gallardo
Aunque nunca le pidió consejos, Laguna siempre estuvo acompañándola en este proceso. «Me asesoró para postular a los trabajos. Fue mi compañía para ir a las grabaciones, eventos y todas esas cosas», revela Ochoa.
El ex modelo agrega que no fue necesario dar consejos a su ahijada, pues su capacidad era destacada. «Es muy poco lo que le puedo recomendar, porque tiene un súper desplante, se ve súper bien y eso lo demuestra al desfilar. Mi recomendación siempre fue hacerlo de manera natural y divertirse cuando está desfilando», agrega Laguna.
«Soy un gran amigo de sus papás. Por el tema del modelaje y el gusto que tiene por el deporte, somos super partners. Es una niña divertida y simpática. Tenemos una muy buena amistad», agrega.
Ochoa, quien antes del modejale, participó en la animación deportiva como cheerleader, sufrió una lesión en la rodilla, obligándola a dejarlo. «Fui cheerleader de primero básico a primero medio. Ese año se me empezó a salir la rótula, el traumatólogo me dijo que cero opción de seguir con el deporte», recuerda Pía.
Sin embargo, el verano pasado pudo retomar la actividad física gracias a una rutina personalizada que creó Laguna. «Se fue al chancho, al principio me hacía hacer 100 sentadillas», recuerda entre risas.