Fue Paloma Araya, ex pareja de Juan Pablo Miranda, quien realizó su denuncia a través de sus redes sociales. La actriz dio a conocer los abusos y violencia que sufrió durante la relación.
Cada vez son más las mujeres que se atreven a destapar los abusos y violencia que han sufrido en su relación. Esta vez fue el turno de dramturga Paloma Araya, quien contó detalles del tiempo en el que estuvo con el actor Juan Pablo Miranda.
La mujer hizo la denuncia a través de su Facebook, donde también declaró haber sufrido un secuestro por parte de Miranda.
Los episodios sufridos por Araya, sucedieron durante el 2010 y el 2011. En estos años, la actriz comenzó con una relación con Miranda, dando inicio también a una relación que calificó de “abusiva”.
La declaración de Paloma Araya
La dramaturga y también actriz, escribió en su Facebook que «Llevábamos saliendo menos de dos meses cuando empezó a tener episodios de celos. Le caían mal todos mis amigos, no me dejaba juntar con ellos, no podía tener amigos hombres en Facebook aunque vivieran fuera del país, porque se ponía celoso».
Además, la actriz contó episodios de celos que sufrió por parte de Miranda. El actor no la dejaba salir con sus amigos. Y se ponía violento cuando no estaba con el, fue lo que escribió Araya.
«Me alejé inmediatamente pidiéndole perdón, pero no me escuchó y se abalanzó sobre mí sujetándome del cuello, me dio tres fuertes cachetadas. Intenté huir y me tomó otra vez por el cuello y sin soltarme me tiró contra la cama mientras yo lloraba desesperada y gritaba por ayuda. Me soltó del cuello y me tapó la boca poniendo su otro puño a centímetros de mi nariz diciendo «querí que te de motivos para llorar?» también me decía «andate a escribir una obrita de esto»» fue un de los episodios que narró.
Un secuestro
Otros de los hechos que impactó en las redes sociales, fue el secuestro que vivió la actriz. Araya escribió en sus redes sociales: «El cerró la puerta con llave. Luego cerró todas las ventanas de su departamento amenazando con matarse y de matarme también si gritaba o pedía ayuda. No paraba de insultarme y de decirme que en verdad me iba a dejar salir y que ojalá me mataran y me reventaran en la calle. Pero se acostó boca abajo a dormir con las llaves debajo de él y lloraba murmuraba a ratos que yo lo hacía hacer esas cosas, que era mi culpa, que cuando iba a dejar de hacerle daño. Que era mala con él. Me mantuvo secuestrada un noche entera».
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