Comer sin hambre y por ansiedad es lo que se conoce como hambre emocional.
Se trata de un fenómeno que surge repentinamente en respuesta a un malestar emocional, pidiendo al organismo satisfacer esa “necesidad” con un alimento específico, por lo general asociado a productos ricos en hidratos de carbono y grasas.
Y aunque es necesario tratar este problema con un especialista, para conocer el fondo del hambre emocional, también existen algunos tips que se pueden aplicar para frenar su impacto.
- Mantener la mente ocupada: Uno de los mejores trucos para evitar el hambre emocional es distraer la mente con cualquier actividad sencilla como leer o pintar.
- Hacer deporte: Practicar ejercicio físico es un hábito muy recomendable para reducir la ansiedad y vivir de una forma más optimista. Los expertos recomiendan 40 minutos de cardio al día para vivir libres de ansiedad.
- Beber leche: La leche es un alimento que ayuda a aplacar el apetito. Beber medio vaso de leche antes de irse a la cama o entre las comidas puede ser de gran ayuda para evitar el hambre emocional.
- Evitar el azúcar: El hambre emocional está muy relacionada con el consumo de alimentos azucarados. Por ello, lo mejor es evitar estos ingredientes y optar por versiones más saludables de snack.
- Cuidado con los estimulantes: Más vale no atiborrarse de café, te, bebidas cola y mucho menos tabaco para engañar el hambre, puesto que todos ellos son poderosos ansiógenos que a corto plazo te harán sentir peor.
- Tomar infusiones: Las infusiones sin cafeína ni teína, como el roibos, además de calmar la ansiedad, son ideales para dormir el apetito.
- Beber agua: Beber agua sola o con limón, naranja o con un toque de fruta es sano, refrescante y controla la ansiedad.
- Comer queso yogur: Ingerir queso fresco o un yogur desnatado son dos buenas propuestas para luchar contra el hambre emocional. Y además de aportar nutrientes, no tienen demasiadas calorías.