Ya que el sueño es uno de los tres pilares de la salud, junto a una dieta balanceada y la práctica regular de ejercicio, es importante tomar consciencia sobre cómo, cuándo y dónde se duerme.
Hoy en día existen hasta 100 trastornos diagnosticados del sueño y, aunque la mayoría de ellos se pueden curar, lo cierto es que quienes no logran una noche entera de sueño reparador, son más proclives a padecer problemas de tensión alta, diabetes, obesidad y otras enfermedades.
De ahí la urgencia de crear una rutina del sueño, la cual, personalizada según tus propios horarios y hábitos, te ayudará a evitar que el insomnio se transforme en una enfermedad mental crónica. ¡Toma nota!
- El horario. Deber respetarse al máximo. Por lo tanto, la hora de irse a la cama debe ser siempre la misma, incluidos los fines de semana si se tiene problemas para conciliar el sueño. De hecho, una modificación el sábado por la noche, que te obligue a levantarte el domingo tarde, ya descompensará los ajustes para el resto de la semana.
- El entorno. Para conciliar el sueño se requiere un entorno óptimo que te permita relajarte, alejado de todo aquello que cause una distracción. Además, la habitación debe estar ventilada, libre de aparatos electrónicos y cuánto más vacía, mejor. Recordar siempre que es un lugar para el descanso.
- El silencio. Es la clave. No sólo silencio sonoro, sino también visual. Es decir, nada de música, televisión o tabletas. Por supuesto, prohibidos los teléfonos móviles también. El consejo es nada de imagen ni sonido.
- El relax. Se logra con aquello que nos gusta; los colores de nuestra ropa de cama, un perfume relajante, pijamas ligeros y suaves, etcétera. Todo lo que sea cuidarnos en el hábito de dormir nos referirá a él como una necesidad placentera.
- La actitud. Debe ser de tranquilidad, de alejar los pensamientos que te angustien y de cerrar las puertas a las obligaciones del día siguiente. Lo mejor es pensar en cosas relajantes que sean de tu agrado y, en lo posible, intentar meditar.