Si se trata de nutrir las defensas este invierno y evitar posibles enfermedades, procura incorporar en tu dieta las siguientes 4 vitaminas.
Todas ellas, que fortalecen el sistema inmunitario y te protegen contra las agresiones.
Vitamina A: Su déficit implica una alteración de la inmunidad innata mediada por células y la secreción de anticuerpos. Además, es esencial para la integridad de las mucosas implicadas en el sistema defensivo de barrera que evita la entrada de agentes patógenos.
Se encuentra en grasas lácteas, yema de huevo, hígado y carne de animales. Y como provitamina A, abunda en la zanahoria, brócoli, col y espinacas.
Vitamina C: Es quizá la vitamina más conocida para incrementar la inmunidad. Es importante en la síntesis del colágeno que sirve de estructura y soporte de la piel, así como en elementos implicados en las barreras físicas de protección del organismo.
Comer a diario al menos cinco raciones entre frutas y hortalizas asegura el aporte adecuado de vitamina C. Abunda en frutas como el kiwi o los cítricos y en verduras como el pimiento, la col o el tomate.
Vitamina E: Es un potente antioxidante que actúa protegiendo las membranas biológicas. De este modo, contrarresta las acciones inmunosupresoras de los radicales libres.
Sus principales fuentes alimentarias son los aceites vegetales de primera presión en frío, en especial el de germen de trigo, verduras de hoja verde, frutos secos y palta.
Vitamina D: Estimula la inmunidad innata con una acción antiinfecciosa que favorece la participación de los macrófagos en la lucha contra los microorganismos.
La vitamina D está presente en alimentos como los pescados grasos (arenque, salmón, caballa), la yema del huevo, la carne y los alimentos fortificados.