Las temperaturas van en aumento, mientras que el verano se va acercando. Una de las cosas difíciles de esta temporada, es poder conciliar el sueño de manera placentera y duradera, debido al calor nocturno.
Por esto, buscamos tips y recomendaciones para evitar el exceso de calor nocturno en tu habitación.
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Evitar que la habitación se caliente durante el día
l. Los expertos recomiendan escoger la habitación más aislada del lugar y, si es posible, la más baja también (el calor tiende a subir a las plantas superiores).
Una vez seleccionada, hay que aislarla cerrando ventanas, puertas y persianas durante el día. Cuando cae la noche, la temperatura exterior suele bajar: es el momento de abrirlas y crear una pequeña corriente que refrigerará toda la casa.
2. Menos ropa de cama
Además de eso, escoge ropa ligera de cama (las fibras naturales absorben mejor el sudor que las sintéticas) y pijamas de verano (o ningún pijama). Con el calor, el sueño se vuelve fragmentario y es mejor que estemos lo más frescos posibles.
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3. Ducharse
El agua puede ser un gran aliado según como la utilicemos. Aquí es donde entra usar nuestra fisiología de forma inteligente: Una ducha puede venir bien para mejorar la sensación térmica.
¿Fría o caliente? En este caso, es cuestión de preferencias: las dos opciones parecen razonables, aunque en principio la ducha fría parece más interesante. La ducha caliente aumenta la humedad del ambiente y cuanta más humedad haya en el ambiente, más difícil será que nuestro sudor se evapore – y que esa evaporación reduzca nuestra temperatura.
4. Dormir mojad@
La última idea relacionada con el agua es dormir – ligeramente – mojados. Este es un «remedio» que data de los tiempos de los egipcios que usaban esteras o alfombras humedecidas para poder conciliar el sueño en las orillas del Nilo. No es ninguna locura, aunque reconozco que para ello hay que practicar un poco. No es sencillo dormir cómodamente si estás mojado
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¿Por qué dormimos mal con calor?
Hay investigadores como Malcolm von Schantz, neurocientífico del sueño en la Universidad de Surrey, que cree que la razón es evolutiva: «como especie, somos animales diurnos». Es decir, «hemos evolucionado para dormir durante la noche, cuando hace más frío y se está oscuro». Por eso, los cambios de temperatura nos indican que algo no está funcionando bien: sirven como un ‘reloj natural’ y nos despertamos.
Sea por el motivo que sea, es cierto que durante el sueño nuestra temperatura cambia entre la vigilia y el sueño. De hecho, «la regulación térmica es un factor significativo» en la regulación del sueño, explicaba el profesor Cameron Van Den Heuvel, de la Universidad de Adelaida. «En torno a una hora o treinta minutos antes de dormir, el cuerpo empieza a perder calor corporal. Esto hace que aumenten los sentimientos de cansancio en adultos normales sanos».
Las personas con insomnio, sin ir más lejos, «muestran que tienen una temperatura basal justo antes de dormir más alta que las personas que no tienen problemas de sueño». El calor ambiente, no ayuda a esa reducción térmica y parece más que demostrado que cuando la temperatura es muy alta, es más difícil conciliar el sueño y, cuando se consigue, éste es de muy poca calidad (fragmentado y con pocos sueños).
Fuente: Xataka