En base a sus estudios, los científicos apuntan a que la cena en general se realiza demasiado tarde, lo cual trae consecuencias para la alimentación y el descanso nocturno.
Y es que al comer más tarde, alrededor de las 20 o 21 horas, se gastan menos calorías y, por lo tanto, la digestión resulta más lenta.
De hecho, muchos nutricionistas relacionan las cenas tardías con la obesidad.
En cualquier caso, nunca se debería cenar a menos de 3 horas de ir a dormir, siendo la mejor hora para cenar entre las 18.00 y las 18.30 horas, según los expertos.
¡Ojo! Lo ideal es incorporar en la cena alimentos nutritivos como pescado azul, huevos, pechuga de pollo y ensaladas. Asimismo, productos como leche, yogures, cerezas y frutos secos, que generan melatonina, hormona que ayuda a conciliar el sueño.
Por el contrario, se deben evitar las frituras y las carnes rojas, pues fomentan el insomnio y la mala digestión.
Por último, es clave mantener una rutina con los horarios de las comidas en pos de un equilibrio nutricional.