Por: Paula Hormazábal, psicóloga clínica especialista en psicoterapia femenina y temáticas de género.
La salud mental abarca todo tipo de patologías asociadas al pensamiento, estado de ánimo y que pueden interferir significativamente en la vida de las mujeres. Convirtiéndose en un problema que necesita ser abordado por el impacto que tiene a nivel personal y del entorno de quién lo padece. Sin embargo, en nuestro país se encuentra invisibilizada y sigue siendo un gran desafío en materia de políticas de salud pública.
Los cuadros más comunes son: depresivos, ansiedad, enfermedades neurológicas tales como cefaleas y migrañas. Lo más complejo es que según diversos estudios, las mujeres tenemos una alta prevalencia en este tipo de cuadros.
Esta hipótesis está fundada en aspectos orgánicos propios nuestro cuerpo. Como son los distintos procesos hormonales durante la etapa fértil donde se producen trastornos depresivos o ansiosos. Esto como respuesta a las fluctuaciones de los niveles de estrógeno y progesterona, por lo que los trastornos del ánimo mencionados surgirían como respuesta al estrés prolongado propio de nuestro ciclo menstrual.
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Los factores que influyen en la salud mental de las mujeres
Otro factor que influye en el desgaste de nuestro bienestar emocional, es el multirol que debemos cumplir en esta sociedad. Ser jefas de hogar (con el estrés que estas tareas conllevan), la maternidad, el miedo a la pérdida del empleo, y un sin fin de etcéteras. Así como también la violencia en todas sus esferas que están presentes en la mayoría de los entornos femeninos y que contribuye en la generación de cuadros psicológicos tales como el desgano permanente, angustia y crisis de pánico.
Lamentablemente algunas empresas ven la vida de las mujeres (sobre todo cuando son madres) un tanto compleja y que está supeditada a los factores antes mencionados, como signos de inestabilidad o vulnerabilidad. Esto influiría a la hora de seleccionar candidatos para ejercer un empleo o para despedir a alguien, dado que dentro de las organizaciones aún se confunde el compromiso laboral con la falta de límites entre la vida personal y el trabajo.
Es muy frecuente que en el ambiente laboral categoricen a las mujeres de «emocionales». Y que además sean duramente criticadas a la hora de expresar sentimientos, o juzgadas en sus reacciones emocionales frente a situaciones de estrés o discriminación laboral.
Invito a abrir espacios de discusión que estimulen el cambio de paradigma frente a la salud mental femenina y los prejuicios que existen al respecto. Creo fehacientemente que visibilizando los factores que influyen en el deterioro de ella, se podrá establecer mejoras que nos apoyen y que no nos discriminen.
Comprometerse con la equidad significa propiciar espacios organizacionales que promuevan el bienestar físico y mental de todos y todas. Así como también desmitificar ideas erróneas acerca de los trastornos mentales y comprender que todos somos proclives a padecerlos.
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