Por: Nicolle Knüst, periodista, Socia y Cofundadora de Wunder Group
Si hacemos historia, las funciones que hemos desempeñado principalmente las mujeres han estado asociadas a una suma de constructos socio-culturales asociados a nuestro género. Asumiendo que somos más pulcras, cariñosas, delicadas, detallistas, dentro de otros atributos que por cierto no tienen nada que ver con el género asignado al nacer.
Sin embargo, estas características han sido catalogadas como “femeninas” y asociadas al “trabajo de mujeres”. Materializándose en ocupaciones tales como secretarias, costureras, cocineras, sirvientas, enfermeras, cuidadoras, dueñas de casa. Éstas y otras funciones han sido catalogadas como trabajos “sin valor” que se traducen hoy en día literalmente en trabajos no remunerados.
Las tareas domésticas versus las tareas laborales
Producir y criar, se han vuelto incompatibles en tiempos de Pandemia Covid-19. Lo que pone en evidencia, pero desafortunadamente no en urgencia, que las tareas domésticas, de limpieza – esenciales para no producir contagios – cuidado de menores de edad, adultos mayores, siguen siendo trabajo de las mujeres. A pesar de ser prioridad frente a lo productivo, porque sin cuidado no hay vida y sin vida no hay producción. Aún así siguen estando al margen de la agenda a corto plazo de nuestras políticas públicas.
Cuando hablamos de conciliación, desde sus orígenes recayó en las mujeres, a principios del siglo XX la idea de que las mujeres podían conciliar su trabajo y su vida familiar, es decir, “sus labores domésticas y de cuidado”, se expandió identificándolas como sujetas exclusivas de esta tarea.
De hecho la imagen de la mujer ejecutiva, arreglada, con un laptop trabajando y con un bebé impecable en brazos, se transformó en una imagen aceptada mediáticamente. Incluso en el mundo productivo fue catalogada este imaginario como “la mujer multitasking” que solo era una manera de encubrir un falso atributo y reveló nuevamente un desequilibrio socio-político. Situación que vuelve a perjudicar a las mujeres y sigue sin contemplar a la figura del hombre, en su corresponsabilidad parental, familiar y de los cuidados generales del hogar y lo doméstico.
Las consecuencias de la pandemia en el trabajo de las mujeres
Esta pandemia nos dio un golpe a las mujeres, un golpe fuerte, que nos hizo retroceder 10 años de lo avanzado, y nos acerca a muchas, nuevamente a la sombría pobreza. Los trabajos más perjudicados han sido los trabajos sociales, los informales, y el gran trabajo de las tareas del hogar. Que por cierto se han incrementado, desde que estamos preparando una comida hasta el cuidado de menores de edad, estamos colaborando con la economía. Y a pesar de ello se sigue invisibilizando, cuando las evidencias son absolutas.
La paridad de salarios, la equidad de género, la diversidad, tienen que ser los protagonistas del nuevo mundo laboral. Estamos cansadas de discursos vacíos, que no generan representatividad, que no tienen sustento, y que no tiene base ni acciones. Necesitamos que el trabajo de ahora en adelante no represente sacrificio, ni triple jornada, sino que calidad y equidad. Lo decimos fuerte y claro, sin las mujeres no habrá recuperación de la economía.