«No» es una palabra que tiene una fuerte carga negativa, y de la que en ocasiones tememos. Más aún cuando creemos que «decir no» a responsabilidades, deseos o necesidades ajenas es sinónimo de fallar o sentir culpa por no cumplir lo que otros desean.
Para entender más de este fenómeno, por qué nos cuesta tanto decirlo y cómo aprender a establecer límites en nuestra vida, conversamos con Hugo Huerta, psicólogo y especialista en Trauma Complejo del desarrollo. Lo primero que repasamos fue qué significa realmente «decir no»: La «capacidad de una determinada persona para comunicar de manera efectiva sus deseos, necesidades y sentimientos cuando estos se contraponen a los de otra persona, haciendo valer sus derechos sin ejercer ninguna tipo de violencia sobre su contraparte».
¿Cómo aprender a «decir no» nos ayuda a establecer límites?
Lo primero es entender que esta simple palabra nos permite «generar un espacio personal donde nos sentimos en confianza y libertad. Esto para desarrollar nuestra vida de acuerdo a lo que de manera personal, necesitamos o deseamos», nos explica el profesional de CorazonRoto.cl.
Y no solo hablamos de aprender a establecer límites en el ámbito laboral, también puede ser en casa con la familia o con la interacción de desconocidos en la calle.
Pero no siempre es sencillo y lo sabemos. «Decir no» en el trabajo puede ser mucho más complejo, ya que tal como nos explica Hugo Huerta, es un espacio en donde nos relacionamos con un superior o autoridad.
«La eventualidad de «decir no», hace que todos los fantasmas que traemos desde nuestra infancia y experiencias pasadas, afloren en el momento presente, generando gran ansiedad. Es decir, miedo y preocupaciones imaginarias asociadas a rechazo y enojos de nuestra contraparte», asegura Hugo Huerta.
¿Cómo «decir no» sin culpas?
Ante ese concepto del que hemos sido enseñados, el psicólogo sugiere liberarnos de los fantasmas pasados y que nos asustan actualmente. «Por otra parte, decir que sí a todo, nos pone en una condición donde vamos haciéndonos cargo de un exceso de trabajo y preocupaciones. Por esta razón una buena forma de aprender a decir que no es cambiando el “no” por un “esto es mucho para mí”. De esta forma sacamos de la escena esa palabra que nos complica y que probablemente complica a los demás. Logrando con esto familiarizarnos con el establecimiento de límites de manera saludable desde el punto de vista de las relaciones».
Pero, ¿cómo podemos eliminar la sensación de culpa?
Esto es un desafío que debemos enfrentar, ya que se produce durante el desarrollo de nuestra vida, donde nuestro cerebro entiende que hay consecuencias negativas al «decir no», todo esto porque vivimos en una cultura donde se refuerza la obediencia.
«Esto organiza nuestras conexiones neuronales de nuestro cerebro, dándonos la percepción que tenemos de que “decir no” es algo malo. Para esto un buen ejercicio y muy efectivo por lo demás, es darle una nueva experiencia a nuestro cerebro, a través de la repetición. A modo de mantra de afirmaciones positivas en torno al hecho de decir que no, como son por ejemplo “a pesar de decir que no, seguiré contando con el apoyo de mis compañeros y de mi jefe”, “decir que no, es bueno para mí, ya que me permite contar con un espacio de libertad», concluye Hugo Huerta.
Esto porque a través de estas afirmaciones positivas, lograremos ayudar a nuestra mente y cambiar la percepción que se tiene al decir no, haciendo valer nuestros derechos de forma respetuosa.
Y tú, ¿te atreves a «decir no»?