¿Te ha pasado que acabas de explicar algo y un hombre te interrumpe para decirlo con otras palabras, como si no hubieras sido clara? ¿O que te explique algo que acaban de decir asumiendo que no lo entendiste porque eres mujer y ‘no entiendes de esas cosas’? Estas situaciones son conocidas como mansplaining, un anglicismo que se deriva de las palabras man (hombre) y explaining (explicar).
“Un hábito que consiste en explicarle a otra persona sin tener en cuenta el hecho que esa persona sabe más sobre el tema. Es un comportamiento que suele darse de forma habitual por parte de hombres hacia las mujeres”. Así lo explicó la escritora y editora estadounidense Lily Rothman a The Atlantic en 2016.
Esta práctica es más común de lo que pensamos y tiene por objetivo deslegitimar la palabra de una mujer, sobretodo en situaciones en los que los hombres sienten amenazada su posición de poder. Esto provocaría no solo la denigración de las mujeres dentro de la sociedad, sino que también el miedo de muchas a expresarse que podría terminar por invisibilizarlas.
La psicóloga clínica y forense, especialista en temas de género y académica de la Universidad Diego Portales, Guila Sosman, explicó a La Tercera que «el mansplaining es una expresión de violencia psicológica que se manifiesta sobre todo en el ámbito laboral y académico donde los hombres han ejercido una soberanía histórica por sobre las mujeres. Se trata de no escuchar, no validar sus opiniones, explicar nuevamente lo que ya han dicho o interrumpir para mostrar superioridad intelectual. Este tipo de prácticas perpetúa las dinámicas de violencia de género en las que no se deja expresar libremente a las mujeres y finalmente se las silencia”.
Las consecuencias del mansplaining
El mansplaining se enmarca en lo que se conoce como micromachismos, que se refiere a situaciones cotidianas donde el machismo intenta oprimir a las mujeres. Su nombre ‘micro’, no se debe a que sean actos de pequeña magnitud, sino que es porque es una más de las muchas manifestaciones del machismo en la sociedad.
Estas acciones provocan que las mujeres podamos sentirnos disminuidas y veamos nuestra autoestima dañada. Esto debido a que muchas veces tienen que ceder o callar frente a los cuestionamientos masculinos, sobre todo cuando vienen de parte de una autoridad, como podría ser un jefe o un profesor.
El mayor peligro de estos comportamientos es que se han normalizado y esto provoca que muchas veces no estemos conscientes de que está sucediendo. Incluso a veces es posible que sintamos que estamos exagerando al considerarlo como un acto machista y opresivo.
Sin embargo, son estas acciones, muchas veces mal llamadas ‘pequeñas tonteras’ las que refuerzan la desigualdad que todavía prevalece entre hombres y mujeres.
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