En 2020, durante la pandemia, Carla Ballero vivió un año muy difícil internada en un centro, enfrentando un aislamiento total durante los primeros tres meses sin poder ver a sus hijos. Su progreso fue rápido y, a partir del tercer mes, pudo visitarlos los fines de semana.
Durante su estadía, se adaptó a condiciones adversas, diferentes al estilo de vida que solía llevar.
Fue su actitud positiva lo que le permitió formar lazos, incluyendo una amistad con la dueña del centro. Aunque fue un periodo duro, hoy lo considera uno de los momentos de mayor crecimiento personal en su vida.
En diálogo con La Cuarta, Carla Ballero reflexionó sobre su pasado, aclarando que sus problemas no eran las adicciones al alcohol o las drogas, sino su lucha interna con su «locura».
En medio de este difícil proceso, intentaba escapar de su mente y sus problemas consumiendo cantidades extremas de medicamentos y alcohol, superando cualquier límite. Ahora vive una vida normal, apenas consume alcohol, pero no por necesidad, sino porque ya no siente la necesidad de evadir su realidad.
«Me tomo una copa de vino y dejo la mitad, no es tema. Mi problema no era el alcohol ni los jales ni las adicciones. Mi problema era mi locura, que había que solucionarla», partió señalando.
«Entonces yo tomaba 30 Ravotril, dos botellas, sin límites, me daba exactamente lo mismo lo que fuera, la hue… era desaparecer, y eso es un tema que no tiene nada que ver con uno que se encierra en el baño a jalar, o una mina que está todo el día chupando. Nunca fue mi problema. Hoy vivo súper normal, casi no tomo, pero porque no lo necesito. Antes era evadir», cerró.
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