Jordi Castell aprovechó su último paso por el popular podcast de Eugenia Lemos, Dale Color, para emitir sus extravagantes opiniones e indagar en distintos aspectos de su vida íntima. Entre ellos, alguna que otra relación pasada significativa y su experiencia con el bullying.
Respecto a esto último, el fotógrafo fue claro en señalar que, si bien fue algo que lo marcó bastante, tampoco «se dejó afectar» en demasía por los comentarios ajenos.
«Me gritaban cosas horribles por ser homosexual, pero nunca me afectó«, señaló Castell. «Hoy lo veo como una fortaleza. Me importaba mucho más cómo me veía«, añadió.
Así mismo, aclaró que su mecanismo más potente para sobrevivir a las críticas fue su gran pasión: la moda. Algo en lo cual indagó poco después, narrando sus propias experiencias con ella y cómo cree que se ha enriquecido este ámbito con los años en Chile. En especial debido a un fenómeno en particular: la llegada de extranjeros a nuestro país.
La diversidad que trajeron los extranjeros según Jordi Castell
Acorde a Jordi Castell, algo que ha impactado tremendamente de forma positiva al mundo de la moda en nuestro país ha sido la llegada de los extranjeros.
«La llegada de colombianos, venezolanos y argentinos ha cambiado la forma en que los chilenos ven la moda«, afirmó el fotógrafo. «Antes éramos más grises y preocupados por lucir iguales, pero ahora hay más diversidad y color. El hombre venezolano y colombiano ha traído un aire de virilidad y atrevimiento. Genéticamente están muy favorecidos y no tienen problema en mostrarlo«, añadió.
Así mismo, el comunicador señaló que la presencia de personas oriundas de otros países en Chile ha embellecido la sociedad: «La mezcla racial con haitianos, personas de piel oscura, asiáticos, ha hecho de Chile un lugar más alegre y luminoso. Estoy convencido de que la diversidad hace todo más hermoso. No en vano, el gran amor de mi vida fue un colombiano. Estuvimos juntos ocho años, fue mi relación más larga», enfatizó Jordi.
Sin embargo, no podía concluir sin hacer una ácida observación a sus propios compatriotas: «El hombre chileno no tiene respeto por sí mismo. No se cortan los pelos de la nariz ni de las orejas. Hay una cuestión de higiene y de presentación que no se puede ignorar«, concluyó.