- Por MJ
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Antonia Zegers es una de las actrices más importantes de su generación y ha dejado un poco de lado la pantalla chica para lucirse en la pantalla grande. Y es que ahora está de regreso al cine con «Los Perros», donde interpreta a una mujer enfrentada a un mundo masculino y éticamente ambiguo.
Su personaje es Mariana Blanco, hija de un empresario, mujer de un trabajólico argentino y, en algún momento, amante de su profesor de equitación, un ex coronel de Ejército que espera su sentencia después de ser acusado de violaciones a los Derechos Humanos.
La película está dirigida por Marcela Said y tiene un tinte político, aunque no en la forma más evidente, y quizás eso fue una de las cosas que atrajo a la actriz, según enfatizan en la entrevista que le hicieron en revista «Cosas». Antonia, hija del conocido médico Fernando Zegers y la fotógrafo Mónica Oportot, creció en un ambiente políticamente cargado. «Mi colegio, el Saint George, era muy político. Mi abuelo fue torturado. Hubo a mi alrededor mucha gente que volvió del exilio», cuenta. «Siempre he sido ideológicamente activa y he apoyado a algunos candidatos, pero hoy día todo me parece mucho más difícil. No participaría activamente en ninguna campaña. Siento que las ideologías hicieron agua, y que tiene que pasar algo nuevo que no ha sucedido todavía. A estas alturas tengo una orientación más ética que política», expresa.
A continuación te dejamos algunas de sus respuestas:
–¿Por qué te interesó «Los Perros»?
–Lo primero fue la idea de trabajar con Marcela Said, que es una mujer que me generaba mucha curiosidad y admiración. «El mocito» es para mí una obra maestra, y saber que había una mujer detrás de eso me creaba aún más admiración, porque encuentro que es una película de gran coraje que mira las cosas desde una esquina muy compleja. Lo mismo pasa con «Los Perros», que es un filme que genera mucha conversación.
–¿Crees que esta película, que tiene una ética un poco difusa, podría haberse hecho antes, más cerca del fin de la dictadura?
–Depende de quién la hubiera hecho. Aquí no hay moraleja, y los buenos y los malos reflejan una gran ambigüedad. El más malo es el que mejor se comporta con Mariana, mi personaje. Es amable, cariñoso y, al mismo tiempo, un torturador. Creo que esa línea ética ambigua tiene que ver con la mirada del mundo de la Marcela, que es una mujer con principios y posiciones políticas, pero que artísticamente ejerce una libertad que me resulta muy atractiva.
–La película ha tenido gran éxito en el extranjero, pero en Chile toca un nervio especial.
–Tocar ese nervio es un lujo. Poder generar desde el arte algo como eso es una gran oportunidad, porque obliga a moverse desde un sitio de comodidad; en ese sentido, la película es muy punzante, te obliga a repensar, lo que me parece saludable.
–Ha habido muchas películas sobre posdictadura o el juicio a las instituciones, y tú has participado en varias. ¿Es casualidad?
–Sí y no. Se me dan las posibilidades y yo elijo hacerlo con mucho gusto.
–¿Porque te parece interesante o porque crees que como artista es tu obligación poner temas como estos frente al país?
–Como ser humano me parece interesante generar ese diálogo. En Alemania, por ejemplo, se siguen haciendo películas sobre su historia, porque el arte tiene la capacidad de explorar los temas desde esquinas que no son las oficiales, y esa es su gracia. Son miradas muy oblicuas de la realidad. Y mirar para atrás no es malo; de hecho, es muy necesario para entender el presente.
¿Quieres revisar la entrevista completa? Entonces corre a los principales kioskos del país por tu ejemplar de la revista «Cosas» y revisa la cartelera de cine acá:
https://www.facebook.com/fmdos/videos/10155836757189821/