- Por MJ
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Ser optimista va más allá de ser visto como alguien positivo o alegre puesto que es tener una visión de uno mismo y del mundo mayormente centrada en las cualidades y posibilidades. Por ejemplo, los optimistas tienden a ver lo específico («Si no me resultó esta receta, probaré con otra»), en cambio los pesimistas generalizan («Nunca seré bueno para cocinar»).
Si quieres ver las cosas de manera positiva y revertir estos patrones negativos de pensamiento, te recomendamos la columna de Patricia Lecaros, en Cosas.com, donde ahonda en el tema.
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La escritora norteamericana Kaia Roman, experta en comunicaciones y bienestar, lo explica bien en su columna de The Huffington Post «How to stay optimistic when the world feels scary?» (en español, «¿Cómo mantenerse optimista cuando el mundo se siente aterrador?»). Roman sugiere prácticas frente a situaciones difíciles o estresantes del día:
- Tomar respiraciones profundas. De esta forma, el oxígeno envía señales de calma a nuestro cerebro. Y, a la vez, con esa calma podemos reflexionar mejor, evadiendo el pesimismo.
- Tomar acción. No significa ni pelear ni escapar ni tampoco quedar paralizado. Significa pasar por sobre la ansiedad que una acción nos pueda generar y confiar en que podremos tener buenos resultados al implementarla.
- Hacer zoom. Ampliar la mirada, salir del problema concreto y considerar otros factores, para así, desde lejos, como si fuera una película, tener una visión más amplia.
- Agradecer. El cerebro no puede estar con miedo y agradecido a la vez. Pensar en lo positivo, nos saca del estrés, de la ansiedad y del pesimismo.
- Conectarse con la alegría. Todo en la vida tiene un lado simpático o gracioso. Incluso en momentos tristes, podemos reírnos de algo de nosotros mismos.
Revisa esta y otras columnas en la revista «Cosas».