Cuando las cosas no van bien con nuestra pareja, es frecuente que busquemos explicaciones sobre lo que no funciona.
Hay veces en que incluso, creemos estar seguros de cuál es el origen del problema. Sin embargo, el teorizar sobre la causa de nuestras dificultades, rara vez resolvemos algo. Es más, estas historias que nos contamos, muchas veces pasan a ser parte del problema y no de la solución.
Finalmente, nadie sabe por qué hacemos las cosas que hacemos (independiente de que hay muchos que están convencidos de saberlo).
La mayoría de nosotros vivimos en carne propia las consecuencias de las historias que nos contamos. Historias sobre nosotros mismos, sobre otras personas y sobre nuestras relaciones. A veces se nos olvida que estas historias son solo eso: historias, y nos convencemos de que son la verdad.
Hay historias que nos sirven y otras que no. Dentro de las que nos dificultan en nuestras relaciones de pareja, están las siguientes:
Historias de culpa
Es cuando se le atribuyen malas intenciones o malas cualidades a la pareja. Estas historias se basan en la acusación “Tú eres el problema”. Lo que suele ocurrir es, que la persona culpada se ponga a la defensiva y ataque a su vez a su pareja.
Historias que invalidan
En estas historias se transmite a la pareja el mensaje de que no puede confiar en sus percepciones o sentimientos. Cuando nos sentimos invalidados, perdemos la confianza en nosotros mismos, en nuestra pareja o incluso sentimos que nos estamos volviendo locos.
Veamos dos ejemplos: el hombre llega temprano del trabajo y encuentra a su mujer en la cama con su mejor amigo, ella lo mira y le dice: “no es lo que te imaginas, por favor no te pases rollos…”. Un ejemplo más sutil es el siguiente: Paula está triste ya que no fue bien evaluada en uno de sus proyectos laborales. Ante esto, su pareja le dice ¿por qué eres tan sensible? No te puedes poner así por este tipo de tonteras.
Historias que limitan la posibilidad de cambiar
Estas historias se basan en la idea de que la pareja no puede o no quiere cambiar y que no hay nada que se pueda hacer.
En muchos casos este pensamiento se basa en alguna creencia (biológica, religiosa, social, su familia de origen, tuvo un trauma en la infancia, etc.) que explica porque la pareja se comporta de determinada manera. Una vez que decidimos que nuestra pareja “es así”, tendemos a estar más conscientes de las pruebas que sustentan esta conclusión.
Así, es muy difícil que podamos apreciar cualquier muestra de lo contrario. Otro ejemplo de esto, es cuando “carteleamos” al otro, le ponemos una etiqueta, dejamos de ver a nuestra pareja como una persona y la consideramos solo en términos de nuestra historia: es un “pastel”, es un inmaduro con fobia al compromiso, es infiel, es floja, es una hijita de su papá nacida en cuna de oro, etc.
Muchas veces también nos cerramos al cambio personal y nos limitamos egoístamente cuando decimos: “es que yo soy así…” ¿Te suena conocido?
En el programa de esta semana seguiremos profundizando sobre el tema. Escúchanos este jueves en “Cómplices, Los Dos”, de 20:00 a 21:00 horas. ¡Puedes comentar con nosotros usando el hashtag #ComplicesFMDOS!
Rodrigo Jarpa es Magíster en Psicología Clínica, Doctor en Sexualidad Humana. Fundador & Docente, Academia de Psicología & Bienestar. Miembro de la American Association of Sexuality Educators, Counselors and Therapists.
Síguelo en su cuenta de Twitter: @rodrigojarpa
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