Hace algunas semanas me llegó un correo de Cristina. Ella no estaba pasando por un buen momento y dentro de otras cosas, se sentía sola, culpable y perdida en una relación sin rumbo. Ella sabía que eso era así, pero mantenía la esperanza de que las cosas pudieran cambiar. Esto le permitía viajar en su mente a su lugar ideal, sustentado en fantasías, compromisos no cumplidos y palabras… muchas palabras.
Cada vez es menos probable que Fernando, casado hace 12 años y padre de 3 hijos, deje a su mujer para irse con ella. Pero Cristina se sigue aferrando a esa idea, teniendo absolutamente clara la irracionalidad de su autoengaño. Han terminado varias veces la relación, pero vuelven a lo mismo una y otra vez. Cristina me reclama —como si yo fuera el culpable— de que siempre que se habla de infidelidad, se habla de la víctima y el victimario, de que es o no es la infidelidad, de cómo se previene o de cómo identificarla, etcétera pero que más allá del juicio social y de los nombres de animales, es muy poco lo que se habla de la tercera cara de la infidelidad. Me dice: «¿Por qué nadie habla de nosotras?».
Diversos estudios demuestran que las relaciones «extra programáticas», van en alza y que hombres y mujeres incurren en ellas con una frecuencia cada vez más similar. Por lo tanto, las Cristinas (y Cristinos) van en alza también. Frecuentemente, se mueven en entre los polos del secreto absoluto y del apedreo en la plaza pública.
Cristina sigue siendo más castigada que su contraparte masculina. Muchas veces a las mujeres en su situación se las cataloga de «rompe hogares», personas sin valores, maquiavélicas y perversas. Se plantea casi como un dogma, el que son personas con muy baja auto estima y tremendamente inseguras. Esto, definitivamente no siempre es así.
Muchas veces Cristina, prefiere no contárselo ni a sus mejores amigas. Porque ya sabe lo que le van a decir. Y si fuera así de fácil, así de racional, así de lógico, habría muchas menos como ella. Ella sabe que es muy poco probable que él deje a su mujer, que es altamente probable que ella termine sufriendo y que no debería seguir viéndolo.
Por otro lado, como todos somos distintos, no todas son como Cristina. Existe por ejemplo Paulina, que no espera nada de Miguel. Ella no sufre, no sueña con que él deje a su mujer (al contrario) y simplemente disfruta y se siente tranquila en ese contexto.
La mayoría de las mujeres como Cristina, han dicho que nunca lo harían. Pero tranquila mujer, que por más que queramos es muy difícil ser siempre consistentes entre lo que decimos y hacemos. Hay veces que, sin darnos cuenta, nos vamos metiendo en situaciones en las que nunca quisimos estar y de las que es difícil salir. Paradójicamente, los homo sapiens somos expertos en meternos en problemas y resultamos ser mucho menos racionales de lo que pensamos.
Recuerda que en el programa de esta semana seguiremos conversando sobre estos temas. Escúchanos este jueves en «Cómplices, Los Dos», de 20:00 a 21:00 horas. ¡Puedes comentar con nosotros usando el hashtag #ComplicesFMDOS!
Rodrigo Jarpa es Magíster en Psicología Clínica, Doctor en Sexualidad Humana. Fundador & Docente, Academia de Psicología & Bienestar. Miembro de la American Association of Sexuality Educators, Counselors and Therapists.
Síguelo en su cuenta de Twitter: @rodrigojarpa
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