Ya, ya, ya. Entiendo que los hice parte de la historia con el ex y que quieren saber, pero el día de los enamorados me tiene dispersa y pensando en el amor, y en la soltería.
Por eso, les cuento cómo terminó todo.
Como se pueden imaginar, terminó tan mal, que mi domingo 14 de febrero será sin cita.
La novia me olió como canalla sin escrúpulos y me miró feo, desde que me vio hablando con el novio. Se acercó y le mentimos en equipo, diciéndole que había venido de cita de Mauricio. Abrazados, posando de pareja, para que no se sintiera amenazada, yo ya me estaba enganchando con la mentira que acabábamos de decir. ¿Así que este hombre es el jefe del sujeto? Golpe al ego si me voy de tu matrimonio con él, creo yo. Pero, mi entrada a una fiesta donde nadie me quería ver, fue gentileza de él, el que sí me trajo, y que me vio pararme de la mesa hace 45 minutos y no volver nunca más.
Educado – ¿o despreocupado?- no salió a buscarme. Y eso, debo decirlo, habla mal de él. ¿Si saliéramos en serio, no se preocuparía cada cierto rato de saber dónde estoy? ¿Y si en el baño me hubieran asaltado? ¿O me hubiera desmayado, él no se entera hasta que pasa la ambulancia con mi cuerpecito arriba de una camilla? Mal, mal para un prospecto. Cuando me vio muy de la cintura del hombre nuevo, se acercó. la novia, que se dio cuenta de sus pasos de enojo, se soltó para mirar dónde iba el drama. Y yo, sentí que mi vida era un mal gif.
Me solté de Mauricio, y con mi mejor sonrisa, me acerqué al hombre… pero, ya con alcohol en el cuerpo y exceso de adrenalina, me mandé un tropezón de esos que dejan con el tobillo pidiendo perdón. Me afirmó Mauricio, y el sujeto que me invitó... también. Muy artista pop, casi en el suelo, afirmada por dos. Me arreglé el vestido, me sentí poco querida, después la mirada venenosa de la novia me cayó peor y decidí que era hora de irme.
Claramente puse mala cara, porque Mauricio me preguntó si estaba bien. El que sí me invitó, me preguntó qué me había pasado. Y la novia, observando todo. El novio ya había tenido seis infartos simultáneos y trataba de distraerla, pero ella olía. Las antenas paradas. Bajé la cabeza y le pedí que me llevara a la casa. El hombre me miraba feo y Mauricio, un galán de verdad, me ofreció a llevarme a la casa.
El idiota que me llevó, me pasó mi cartera y me dijo «No me llames más, ¿ok?». Yo sólo quería salir de ahí. Nos estábamos subiendo al auto de Mauricio, cuando me di cuenta que había dejado las llaves de mi casa en la chaqueta del hombre que me llevó, porque no cabían en mi hermosa carterita de fiesta. No supe cómo decirle a Mauricio y sólo me quedó una salida: llorar. Porque tengo mala suerte, porque me gusta meterme en problemas, porque tenía sed y quería seguir tomando, porque cuando salí de mi casa, toda estupenda, nunca pensé que esto iba a salir así de mal.
Mauricio me escuchó, y me dijo «ya lo solucionaremos». Partió el auto, fuimos a un servicentro, entró y me trajo pañuelitos y un Gatorade. Yo, con ojos de mapache, con todo el maquillaje corrido, MUERTA DE PLANCHA. Y de repente veo que vamos de vuelta a la fiesta. ¿En serio? ¿Me quiere matar del stress? No, me explica. Va por mis llaves.
Sale a los cinco minutos, se sube, le pregunto qué tal todo, y no responde. Le digo dónde vivo, y en tres minutos estábamos allá. No sabía qué decirle antes de bajarme.
– Si quieres subir… -le sugiero, cero convencimiento. Y pensar que hasta ando con lencería bonita…
– Gracias, pero creo que no necesitas más problemas. Me separé hace tres meses. Créeme que tu escenita no es nada comparadas con las que me hace mi ex..
– Sorry. No quería echarte a perder la noche... -lloriqueo.
– No se trata de eso, pero creo que estás en una etapa extraña. Ahora, si quieres escucharme y que te escuchen, y tienes vino…
– ¡Mínimo! – le respondo rápidamente- Porfa, no te vayas al tiro. Quedé mal, tiritona…
– ¿Cómo supiste? – me pregunta sorprendido.
– ¿Supe qué? – le respondo con cara de estrella de cine.
– Que se pelearon los novios y que la fiesta estaba terminando cuando fui a buscar tus llaves…
Quedo absolutamente plop y él se baja y me abre la puerta del auto. Salgo, y me siento mal. OK, mi llegada a la fiesta no causó nada. Él tenía problemas de mitomanía y frescura crónicas. Yo… fui el catalizador, dijo tratando de sentirme menos mal.
Está claro que el karma me va a perseguir de por vida.
A todo esto, ¿salir con un separado es muy agotador?
Declaración de principios de una soltera – Fmdos
Después del numerito en el matrimonio del mal hábito recurrente -léase la turbiedad en la que caí varias veces- estuve pensando en qué estoy haciendo con mi vida. OK, puede ser que la cercanía del 14 de febrero, los corazones, y las declaraciones de amor que se leen en el aire, me tengan melancólica.