Ya lo he dicho: la vida se puede vivir en cámara lenta. En mi caso, me castigo personalmente por ser una desubicada, varias veces al día. Pero mientras caminaba hacia el guardarropas, para hablar con el ex que hace cinco minutos había hecho el brindis de felicidad absoluta por estar recién casado, me propuse ciertas cosas importantes para el año 2016. A saber:
- No ir a matrimonios de ex. Aunque sea como acompañante.
- No estar posando para un videoclip sobre mi vida, porque asumamos, no hay nadie grabando tanto pasteleo junto.
- No me merezco más sopas de pollo para la caña. Mañana viviré este mal rato como me lo merezco. Con dolor, intenso. Y mucha, mucha, caña moral.
- Aprovechando lo anterior, no generarme más caña moral. Por Dios que se sufre.
- Ponerme más veces este vestido. Sorry, acabo de verme en un espejo y me pasé.
- No desconcentrarme. Estoy hablando de lo que no debería hacer y me piropeo. Focus para el 2016, Aldunate, por la cresta.
- En el eventual caso que me case -no con este sujeto, claramente- no voy a usar zapatos tan feos. Nada peor que el zapato ortopédico debajo del vestido.
- No seguir caminando en el puesto. El hombre sigue esperando ahí. Seamos adultas y enfrentemos.
– ¡¿No trajiste nada para dejar?! -Me pregunta un poco ya bastante molesto, cuando me acerco con el cuello doblado, tratando de esconderme, pero entrando guata y sacando poto. Obvio, si vamos a estar en estas… – ¡¿No entiendes que tenemos que pasar piola y disimular?! -sí, está furioso.
– ¡Sorry! No sabía que eras el novio -miento, muy mal, y pienso que como amante me muero de hambre- ¡No sé hacer esto! ¡Nunca me ha pasado! -obvio, hacerme la víctima. Bien ahí, Aldunate, me felicito, buena idea. Hasta hago un tiritón de pera- ¡Sorry, pero además el que me invitó me tinca y me siento sola y el 2016 es mi año, y…-
El hombre mira para todos lados, desesperado. Saluda y sonríe a los que pasan. Un señor de cuarenta y algo -señor, sí, porque así se ve- para a saludarlo, lo abraza como si estuviera haciéndole una maniobra de resucitación y lo palmotea bien palmoteado. Me mira un poco extrañado y yo sintiéndome como las que pasan las pelotas en los torneos ATP. Bonita, pero inútil, con la boca media desfigurada de tantas poses que intento para «pasar piola» como se me pidió.
– A tí no te conozco – me dice mientras extiende la mano para saludar. OK, vamos a saludarlo, pienso, mientras puedo sentir cómo le sale humito por la cabeza al sujeto vestido de novio que tengo al lado- Soy Mauricio.
– Soy Consuelo- le digo, muy sonriente. La ex…
-¡Ex compañera de colegio! – salta él, a la velocidad de la luz, mientras yo, que me di cuenta del numerito, respondo al mismo tiempo «¡ex arrendataria de su estacionamiento!». ¿Qué clase de respuesta es esa?
El tal Mauricio me mira extrañado, de lado, con cara de Condorito y un exijo una explicación. Miro el piso y escucho aplausos. ¿Terminamos? No, la novia viene hacia acá. Con un micrófono.
Se casa un ex, parte 2 – Fmdos
¿Se puede vivir la vida en cámara lenta? Sí, creo yo. Sonó la marcha nupcial y todos en la Iglesia se pusieron de pie. Yo, que soy buena para emocionarme y siempre sentir que todos me miran, caigo en colapso por la taquicardia. Se va a casar. SE-VA-A-CA-SAR.