Así, navegando en la web y buscando secretos o técnicas para hacer algo con mis pestañas, me encontré con un aceitito mágico: el aceite de ricino.
Me metí a algunos foros para chequear la experiencia de chicas que ya lo hubiesen probado y los comentarios eran bastante alentadores. Así que me decidí, total, investigando también me enteré de que es natural puesto que se obtiene de una planta (también le llaman aceite de castor).
Lo mejor fue cuando llegué a la farmacia y el frasquito de 30 ml me costó la módica suma de mil pesos. Desde ahí empecé a aplicar el aceite de ricino en mis pestañas todas las noches antes de dormirme. Ojalá pudieran conseguir en alguna tienda de productos de belleza, un cepillito tipo rímel y si no también se lo pueden aplicar con un cotonito.
Con el paso de los días me fui poniendo más pestañuda. Comencé a ver los efectos a las 3 semanas aproximadamente y no es que me convertí en Betty Boop, pero sí noté que mis pestañas se pusieron más gruesas, tupidas y largas.
No he dejado de aplicar el aceite y he seguido botando mejoras. Lo bueno es que como solo se necesita una pequeña cantidad para cada noche, ¡dura un montón!
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