Actualmente existe una enorme cantidad de evidencia sobre un conjunto de habilidades que predicen cómo se desarrollará una vida humana, mejor que nada conocido por la ciencia hasta ahora. Estas habilidades ayudan a determinar por qué algunas personas prosperan después de las dificultades y por qué otras no, o por qué hay personas que experimentan muchas emociones positivas y otras, muy pocas. Predicen quién desarrollará un problema de salud mental, como ansiedad, depresión, estrés postraumático o abuso de sustancias, y lo severo o duradero que será el problema. Estas habilidades predicen quién será efectivo en el trabajo, quién tendrá relaciones personales saludables, quién conseguirá hacer dieta o ejercicio físico, quién estará a la altura de los problemas de salud física, qué resultados obtendrá alguien en una competencia deportiva, etc.
Este conjunto de habilidades conforma la flexibilidad psicológica. La flexibilidad psicológica es la capacidad de sentir y de pensar con apertura mental, de asistir voluntariamente a la experiencia del momento presente y de avanzar en las direcciones que son importantes para nosotros. Esto, al mismo tiempo que forjamos hábitos que nos permiten vivir de un modo congruente con nuestros valores y aspiraciones. Se trata de aprender a no evitar lo que nos resulta doloroso y a aproximarnos al sufrimiento, para poder vivir una vida llena de sentido y de propósito.
Estas son las habilidades (que todos podemos aprender y practicar) que conforman la flexibilidad psicológica:
1. De-fusión
La fusión cognitiva significa que asumimos como cierto lo que nos dicen nuestros pensamientos (los tomamos literalmente, palabra por palabra) y, entonces, permitimos que lo que nos dicen determine lo que hacemos. Es como si estuviéramos pegoteados con nuestros pensamientos y creemos que sólo por pensarlos son la verdad. La de-fusión consiste en ver los pensamientos como lo que son (un intento constante de dar sentido a lo que nos rodea) y, entonces, decidir darles el poder justo en relación con su verdadera utilidad. Una manera sencilla de hacerlo es decirnos “me estoy dando cuenta de que en este momento estoy teniendo el pensamiento de que soy un desastre”.
2. Yo como contexto
La idea es tomar distancia del Ego y de las historias que nos contamos acerca de quiénes somos y quienes son los demás. Si yo me aferro a la idea de que Yo Soy así o de que tú eres asá, perdemos libertad y se nos hace difícil ver que somos mucho más que las historias que nos contamos.
3. Aceptación
La aceptación implica reconocer y abrirnos a nuestras emociones, pensamientos o sentimientos (positivos y negativos). El evitarlos termina siendo tarde o temprano una fuente de sufrimiento. Por otro lado, es difícil —por no decir imposible— controlar a voluntad lo que pensamos o sentimos. ¿Hagamos una prueba? Controla lo siguiente: no pienses en el coronavirus. ¿Lo lograste? La idea aquí es pasar de la obsesión por sentirnos bien a la práctica de sentir bien.
4. Presencia
La invitación es a pasar de la atención rígida y dirigida por el pasado o el futuro, a una atención flexible y centrada en el presente. Muchas veces nos perdemos en una neblina mental de lo que fue o de lo que será, cuando en realidad solo existe lo que es. La atención flexible al ahora y el estar presentes, significa elegir prestar atención aquí y ahora a la experiencia.
5. Valores
Implica pasar de los objetivos que impone la sociedad a valores elegidos por nosotros mismos. Muchas veces intentamos alcanzar objetivos porque creemos que es lo que debemos hacer. La investigación ha demostrado que estos objetivos impuestos por la sociedad generan una motivación débil y poco eficaz. Los valores son cualidades elegidas para ser y hacer, como ser una pareja afectuosa, ser un amigo en el que se puede confiar, ser consciente de la sociedad en que vivimos, o ser leal, honesto y valiente. Vivir de un modo congruente con nuestros valores es un viaje que no termina nunca; dura toda la vida. Y nos permite encontrar fuentes duraderas de motivación basadas en el sentido.
6. Acción
Si los valores no los llevamos a la acción, quedan solo como buenas intenciones. Para esto es necesario comprometernos con la construcción de hábitos. La adquisición de hábitos es un proceso momento a momento. Si intentamos cambiar de hábitos de forma radical, el esfuerzo tiende al fracaso. El viraje hacia la acción nos lleva a centrarnos en el proceso de adquirir hábitos de forma competente y continuada, paso a paso, y en el marco de la construcción de hábitos globales, como amar, ser afectuoso, participar en la comunidad, crear o cualquier otro valor que elijamos.
Si quieres saber más sobre el tema escucha “Cómplices, Los Dos” todos los jueves a las 19:00 horas.
Rodrigo Jarpa es Magíster en Psicología Clínica, Doctor en Sexualidad Humana. Fundador & Docente, Academia de Psicología & Bienestar. Miembro de la American Association of Sexuality Educators, Counselors and Therapists.
Síguelo en su cuenta de Twitter: @rodrigojarpa
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