En estos tiempos en que la masculinidad se replantea y deconstruye, se agradece que algunos personajes de ficción tomen la noble tarea de sentar el ejemplo. Los héroes también pueden cambiar. Y deben.
Para el estreno de la primera entrega de Animales Fantásticos, la nueva saga del mundo mágico creado por J. K. Rowling, salí de la sala con la ilusión de estar presenciando el nacimiento de una nueva gran historia, perfecta para quienes crecimos y amamos Harry Potter. Sin embargo, y con el pasar de los meses, entre la excitación por el mero entretenimiento surgieron interesantes conversaciones de fans que derivaron en una suerte de manifiesto. Rowling no sólo nos estaba regalando otro trozo más de su maravilloso universo; estaba poniendo su grano de arena en la reconstrucción social que estamos viviendo en plena era de las fake news y el #metoo. Porque sí, la ficción siempre tiene algo que decir sobre la realidad, y en este caso, sobre el necesario replanteamiento de la masculinidad moderna.
El héroe de esta nueva saga es el magizoologo Newt Scamander, una representación positiva de masculinidad tan atípica que llega a ser incómoda para algunos espectadores. No destaca por su fuerza bruta sino por la fuerza de sus convicciones. No busca hacer el bien para ganar poder (o porque ya lo tiene); hace el bien porque es lo correcto. Es muy inteligente, sí, pero tanto como otros de su grupo. No está predestinado para su rol ni es el hijo de nadie importante ni ha sido escogido por alguna divinidad; es un tipo normal que saca sus talentos a la luz dadas las circunstancias. Su contraparte femenina, Tina Goldstein, no es un “acompañamiento” con pobre desarrollo interno: es un perfecto igual con vida propia que no gira necesariamente en torno al héroe. No había visto ese intento de horizontalidad desde la magistral dualidad de Mulder y Scully en Los Archivos Secretos X. ¿Por qué Newt Scamander es el héroe, entonces? ¿Cómo destaca entre la multitud?
Cuando en julio pasado apareció el primer tráiler extendido de Animales Fantásticos 2, escribí en Twitter: “Amo a Newt, sobre todo porque es Hufflepuff. A este universo le lloraba un héroe Huff. Llega justo a tiempo. Bien por los valientes Gryffindor, genios Ravenclaw y astutos Slytherin, pero hoy necesitamos que triunfe la bondad, la empatía y la justicia.” Para los que no saben (o no lo recuerdan), cada casa del colegio Hogwarts representa cualidades y valores diferentes de las personas, todos necesarios y complementarios.
De entre las casas, la más glorificada a lo largo de la saga de Potter fue Gryffindor, justamente la casa de los protagonistas y que ejemplificaba la valentía y la fuerza. Esas cualidades son importantes, qué duda cabe, pero en los tiempos que corren estamos por fin viendo el valor en otras, otras que hemos olvidado, que se han perdido.
La casa Hufflepuff fue la menos nombrada y más ninguneada de todas, porque representa características más sencillas que no suelen aparejarse al heroísmo: trabajo duro, generosidad, compañerismo, empatía. No solían, pues ahora vive su tiempo de apogeo gracias al exHuff Newt Scamander, quien ya adulto lidera las aventuras en la nueva saga del llamado Wizarding World. Observador, detallista, bueno del alma y apasionado por su área de experticia, transmite una exquisita y aparente contradicción entre la seguridad en sí mismo y la vulnerabilidad, entre la asertividad y la timidez, entre el liderazgo y la introversión.
Estamos acostumbrados a que la alta autoestima es directamente proporcional al carácter extrovertido, pero ese es un prejuicio muy antiguo que lamentablemente ha tenido mucha vitrina. Newt nos enrostra ese error y lo demuestra obsoleto. Rodeado de sus animales lo vemos feliz, audaz, sabio, resuelto y confiado. Entre personas no tanto, incluso le cuesta hacer contacto visual, pero está lejos de ser el típico nerd retraído. Aun cuando el circuito humano es claramente su zona incómoda, se desenvuelve en él con proactividad y erudición, tomando decisiones y ejerciendo el papel del líder cuando es necesario, aunque la fama de la primera línea no le interese en lo más mínimo. No teme decir exactamente lo que piensa y siente. Su discurso es explícito contra la violencia, la superioridad y la discriminación de cualquier tipo, así como en favor del entendimiento, la compasión y la justicia. Tiene la fortaleza mental y la habilidad para enfrentarse al enemigo pero, al mismo tiempo, una manifiesta sensibilidad que le lleva a priorizar algo tan sutil como el nacimiento de una pequeña criatura fantástica. Ver un cascarón romperse le parece un hito suficiente para detener cualquier otra cosa que esté sucediendo.
La nueva vida lo conmueve, y lo que es más importante, lo demuestra sin dudar, algo impensable en el común de los protagónicos masculinos en películas de aventuras, casi obligados a esconder o negar su vulnerabilidad, situándolos donde la agresividad es prioritaria y la diplomacia una debilidad secundaria. Así, Newt no toma prestadas características estereotípicamente femeninas para construirse, sino explica que ya son parte de él desde un comienzo y que eso lo convierte en mejor persona, no en un “hombre afeminado”. La emocionalidad y empatía a flor de piel de Newt Scamander no le resta ni un ápice a su masculinidad, sino por el contrario, invita a reconocer que el cambio de paradigma en el rol del hombre (cuál es y cómo se transmite) es posible, necesario y, claro está, atractivo. En ese sentido desafía la binaridad preponderante en la sociedad de hoy, las supuestas “reglas” de los géneros, y evidencia que la combinación de apatía por el poder y gran determinación moral puede posicionarlo sin esfuerzo como un personaje tremendamente seductor para el público femenino, por ejemplo, punto de vista que suele utilizarse para determinar si un hombre es suficientemente “masculino” o no.
Pero no estará libre de detractores, tanto dentro de la industria cinematográfica como en las butacas. Las características típicas de un protagonista masculino –fuerza, dinero, poder, competitividad, rebeldía– están muy enquistadas y pasará un buen tiempo de transición antes de que veamos más Newts llenando las pantallas. Habrán voces bajándole el perfil, ridiculizando, desestimando, porque la tendencia a mantener lo conocido siempre es más fuerte. Ojalá la nueva fortaleza (y nueva propuesta de masculinidad) del buen Newt atraiga más miradas que sólo la de los fans del mundo mágico, que ya lo valoramos y agradecemos. Que se expanda en la amplia ficción, pero que también traspase a la realidad, el fin último (creo, espero) de deconstruir de verdad al clásico héroe de acción.