Ser padres y madres en la inmensa mayoría de los casos es algo —maravillosamente— difícil y desafiante. Pero rara vez ha sido más complejo que en este año.
El coronavirus ha establecido un firme control sobre el mundo, y ha cambiado la vida cotidiana tanto para nosotros como para nuestr@s hij@s.
Muchas personas perdieron sus trabajos, l@s niñ@s están siendo educad@s en línea y las familias enteras deben permanecer sin salir de la casa por largo periodos de tiempo.
Las preocupaciones sobre la salud y el bienestar de nuestr@s hijos tienden a estar en los primeros lugares del ranking mental. Naturalmente, ell@s comparten muchos de los mismos temores y preocupaciones que nosotros. Sin embargo, nosotros tenemos un papel especial que desempeñar, a saber, el de un modelo.
Pero ¿quién nos enseña a nosotros? ¿Cuál es nuestro modelo?
Para responder estas preguntas puede ser de gran utilidad conocer que es lo que hacen aquell@s padres y madres que saben lidiar mejor con la pandemia.
Recientemente, dos equipos separados de investigadores realizaron dos encuestas independientes para investigar cómo los padres/madres lidian con la pandemia, y cómo afecta la situación en el hogar.
Puede que no te sorprenda saber que un mayor estrés asociado al COVID-19 predijo más peleas familiares, estilos de crianza más dañinos y hijos más angustiados. Sin embargo, también quedó claro que existe un denominador común en las familias que funcionan bien.
En el centro de las familias prósperas estaba algo llamado flexibilidad psicológica: la capacidad de regular sus emociones, y comportarse de una manera que les permita cumplir sus metas, incluso en circunstancias estresantes.
Cuanto más flexibles psicológicamente eran los padres/madres, más constructivos eran sus estilos de crianza, más unida estaba la familia, y era mejor su capacidad para lidiar con el estrés pandémico.
Por el contrario, cuanto más inflexibles psicológicamente eran los padres/madres, más destructivo era su estilo de crianza, y más estrés sufría la familia completa.
Padres/madres psicológicamente flexibles no se aferran al estrés, ni a la ira, ni a la desesperación. Sienten todas esas cosas (siguen siendo seres humanos), pero en lugar de abrumarse o desanimarse, logran detenerse, centrarse y enfocarse en lo que importa.
Como resultado, siguen siendo constructivos y eficaces, a la vez que son más resistentes a las tensiones de la vida. Permanecen en contacto con el tipo de padre/madre que desean ser, y sus hij@s también lo perciben.
En la vida cotidiana, es fácil olvidarse de la flexibilidad psicológica, por lo que aquí comparto contigo tres principios propuestos por el psicólogo Steven Hayes, que pueden ser de mucha ayuda.
Principio #1: Permitirse ser imperfecto
Ser padre/madre es un trabajo duro. Quien intenta decirte lo contrario nunca ha tenido que soportar los ataques de llanto de un recién nacido, los interminables interrogatorios de un niño de cuatro años o la agitación emocional de un adolescente pubescente.
Es un trabajo de tiempo completo, sin (casi) tiempo libre. Incluso cuando te sientes en tu peor momento, hay alguien que necesita que estés disponible y atento.
La crianza es difícil, y sin embargo much@s padres/madres se niegan a sí mismos esta realidad. Caen en la trampa de la autocrítica y la culpa, cada vez que sienten que no pueden estar a la altura de ser el tipo de padres que sienten que realmente deberían ser.
Miran a estos otros padres/madres aparentemente perfectas, que parecen tenerlo todo juntos, y se reprenden a sí mismos por no ser como ellos. Está bien. No tienes que ser perfecto para ser un buen padre o buena madre.
Esto no significa que no debas hacer un esfuerzo, pero cuando las cosas se ponen difíciles y la vida se vuelve caótica, es normal ser imperfecto. De hecho, cuanto más te permitas ser imperfect@ y cumplir tu desafío con bondad y compasión, más fácil será para tu hij@ aceptar imperfecciones dentro de sí mism@.
Principio #2: Tener muchas conversaciones difíciles
Ya sé. Puede que te estés preguntando, ¿con todas las dificultades que ya tengo ahora debería sumarme esta otra?
Tener un montón de conversaciones difíciles puede parecer disfuncional desde el exterior, pero, si se hace bien, en realidad puede ser un terreno nutritivo en el que las familias pueden florecer.
Desafortunadamente, muchos padres/madres tienen conversaciones difíciles de manera incorrecta: Lo convierten en una lucha de acusaciones (con muchos gritos y críticas), o de frentón las evitan, porque siempre es más fácil fingir que un conflicto no existe, que poner el esfuerzo de resolverlo.
Tener conversaciones difíciles significa que nos detenemos para obtener claridad sobre nuestras necesidades y deseos insatisfechos. Esto, comunicando esas necesidades de una manera apropiada. La ira, el dolor, el miedo, la verguenza, la culpa e incluso la confusión pueden aparecer.
Depende de ti entonces el permitirte sentir activamente estas emociones dolorosas, mientras te mantienes en la conversación, y trabajas hacia una solución. Sentir activa y plenamente una emoción, no implica que sea la emoción la que tome el control de nuestros actos.
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Para algunas personas, el desafío puede recaer en escuchar realmente a la otra persona. Para otros será en el respeto o la aplicación de los límites.
Los conflictos tienden a exponer aquellas áreas que son más difíciles para nosotros, pero al hacerlo, también exponen las mayores oportunidades para que crezcamos en nuestras relaciones.
Si prestamos atención y abordamos los conflictos con paciencia y respeto, podemos aprender la lección, fortalecer los vínculos con nuestro construir una vida familiar más feliz.
Principio #3: Alejar el teléfono
El bombardeo de noticias y las redes sociales obtienen sus ganancias capturando tu atención. Desafortunadamente, en la mayoría de los casos, no están considerando tu salud mental o bienestar. Interrumpen tu capacidad de concentrarte durante períodos de tiempo más largos y te entrenan para distraerte cuando puedan surgir sentimientos incómodos.
En lugar de lidiar con el estrés, el miedo o el aburrimiento, evitamos esos sentimientos distrayéndonos con nuestros teléfonos y el dedito recorre kilómetros en Instagram sin siquiera darse cuenta. Además, perdemos la capacidad de permanecer presentes con nuestros seres queridos.
En lugar de hablar entre nosotros en la mesa de la cocina, nos apuramos para escapar al mundo digital. La idea no es renunciar al teléfono por completo, pero si a usarlo más sabiamente.
Cuando se trata de preparar a nuestr@s hij@s para el futuro y promover su salud mental, debemos ser un modelo de flexibilidad psicológica.
En lugar de dejarnos atrapar por nuestras tensiones y/o distracciones (como el teléfono), y actuar con impulsos a corto plazo a costa de metas a largo plazo, debemos encontrar un enfoque más amable y compasivo que nos permita sentir el estrés de la pandemia, y aún así elegir actuar de acuerdo con el tipo de padres/madres que realmente queremos ser.
Si quieres saber más sobre el tema escucha “Cómplices, Los Dos” todos los jueves a las 20:00 horas.
Rodrigo Jarpa es Magíster en Psicología Clínica, Doctor en Sexualidad Humana. Fundador & Docente, Academia de Psicología & Bienestar. Miembro de la American Association of Sexuality Educators, Counselors and Therapists.
Síguelo en su cuenta de Twitter: @rodrigojarpa
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