El verano, las vacaciones y los días de ocio (para los que los tuvieron), nos van dejando y nos enfrentamos una vez más al temido marzo.
Dentro de las responsabilidades que muchos enfrentan ante este choque con la realidad, están las relacionadas con múltiples gastos económicos: permiso de circulación, matrículas, materiales, uniformes de los niños, etc. Y actualmente, las discusiones sobre dinero —y lo que este simboliza— son una fuente de conflicto recurrente para un gran número de parejas. Diversos estudios han concluido que mientras más discusiones existan en relación a las finanzas, mayores son las posibilidades de divorcio o separación.
El dinero es como el sexo ya que cuando hablamos de él, estamos hablando de otra cosa y es justamente eso lo que hace que los conflictos asociados sean difíciles de manejar. Muchas veces lo que hay por debajo son necesidades emocionales, valores, culturas y sueños que, si no estamos atentos a eso, es posible que nos entrampemos en trincheras de las que es difícil salir.
Es recomendable desarrollar un mutuo reconocimiento, respeto y validación de cómo la otra persona se relaciona con el dinero y desde ahí co-construir soluciones acordes a cada pareja. Aquí es importante llegar a acuerdos y límites concretos. Por ejemplo: definir presupuestos, ahorros, que paga uno y que el otro, etc. Lo importante de los acuerdos que se definan con la pareja no es definirlos, sino cumplirlos.
Una buena forma de comenzar a manejar el conflicto de una manera diferente es explicitando qué representa el dinero para cada uno. Más allá del papel o el metal, algunos significados frecuentes son: seguridad, estabilidad, un medio para demostrar cariño y afecto (ya sea gastándolo o ahorrándolo), estatus, poder, control, competencia, respeto, sexo, libertad, independencia., etc.
Evitar a toda costa el uso de palabras como egoísta, amarrete, apretad@, irresponsable, desconsiderad@ y otras descalificaciones similares, que no harán más que sumarle leña al fuego. Las comparaciones con terceros, como, por ejemplo: «eres igual de apretado que tu papá», también es altamente recomendable que queden fuera de toda discusión.
Si por ejemplo tú eres una persona a la que le gusta ahorrar y a tu pareja gastar, es poco probable que puedas modificar su manera profundamente arraigada de relacionarse con el dinero. Si ya lo has intentado varias veces antes, ¿realmente crees que lo vas a lograr ahora? En este caso la validación, el respeto y la aceptación no lo transformarán en una persona ahorrativa, pero puede que como pareja se ahorren el sufrimiento y las discusiones sin salida.
En el programa de esta semana seguiremos conversando sobre el tema. Escúchanos este jueves en «Cómplices, Los Dos», de 20:00 a 21:00 horas. ¡Puedes comentar con nosotros usando el hashtag #ComplicesFMDOS!
Rodrigo Jarpa es Magíster en Psicología Clínica, Doctor en Sexualidad Humana. Fundador & Docente, Academia de Psicología & Bienestar. Miembro de la American Association of Sexuality Educators, Counselors and Therapists.
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