En su forma más simple, podemos definir el beso como el contacto directo entre los labios de una persona y el cuerpo o los labios de otra (Floyd, 2006). Algunos besos, con algunas personas y en algunos contextos, pueden ser una poderosa experiencia sensorial y emocional para la mayoría de nosotros.
¿Qué causan los besos en una persona?
Es posible que los labios primero hayan evolucionado para alimentarse y luego para hablar, pero al besar satisfacen otro tipo de necesidades. En el cuerpo, un beso desencadena una cascada de mensajes neuronales y sustancias químicas que transmiten sensaciones táctiles, excitación sexual, sentimientos de cercanía, motivación e incluso euforia.
Los besos pueden transmitir información importante sobre el estado y el futuro de una relación. Algunos científicos creen que la unión de labios evolucionó para facilitar la selección de pareja. Hay información olfativa, información táctil y ajustes posturales que pueden llevarnos a influir en nuestras decisiones inconscientes al momento de elegir pareja. Los besos contienen información sobre el grado de compatibilidad genética que podemos tener con otra persona. Los besos incluso pueden revelar hasta qué punto una pareja está dispuesta a comprometerse a criar hijos o no. Esto es un aspecto crucial para la supervivencia de nuestra especie.
¿Por qué besamos como lo hacemos?
En la década de 1960, el zoólogo británico Desmond Morris propuso que los besos podrían haber evolucionado a partir de la práctica en la que las madres primates masticaban la comida para sus crías y luego las alimentaban boca a boca, con los labios fruncidos. Los chimpancés se alimentan de esta manera, por lo que probablemente nuestros ancestros homínidos también. Presionar labios contra labios puede haberse desarrollado más tarde como una forma de consolar a los niños hambrientos cuando la comida escaseaba y, con el tiempo, como una forma de expresar amor y afecto en general.
¿Por qué son tan ricos los besos?
Nuestros labios tienen la capa de piel más delgada del cuerpo humano, y son una de las partes de nuestra anatomía más densamente poblada de neuronas sensoriales. Cuando nos besamos, estas neuronas, junto con las de la lengua y la boca, envían mensajes al cerebro y al cuerpo, provocando sensaciones deliciosas, emociones intensas y reacciones físicas.
De los 12 o 13 nervios craneales que regulan la función cerebral, cinco intervienen cuando nos besamos, enviando mensajes desde nuestros labios, lengua, mejillas y nariz. Luego, el cerebro capta información sobre la temperatura, el gusto, el olfato y los movimientos.
Besar desata un cóctel de sustancias químicas implicadas en el nivel de estrés, la motivación, los vínculos sociales y la estimulación sexual.
Besar también tiene otros efectos en nosotros de los que rara vez somos conscientes; aumentan el pulso y la presión arterial, las pupilas se dilatan, la respiración se profundiza y el pensamiento racional se evapora. Por su parte, el deseo suprime tanto la prudencia como la timidez.
Desde la psicología evolutiva se plantea que debido a que las mujeres necesitan invertir más energía y recursos al tener hijos, junto con contar con una ventana biológica más corta para reproducirse, deben ser más selectivas a la hora de elegir pareja. No pueden darse el lujo de equivocarse. Entonces, al menos para las mujeres, un beso apasionado puede ayudarlas a elegir a alguien que no solo sea bueno engendrando hijos, sino también lo suficientemente comprometido como para quedarse y criarlos.
¿Todo el mundo se besa?
NO. A principios del siglo XX, el científico danés Kristoffer Nyrop describió tribus finlandesas cuyos miembros se bañaban juntos, pero consideraban indecente besarse. En 1897, el antropólogo francés Paul d’ Enjoy informó que en China se considera que los besos en la boca son tan horribles como el canibalismo.
Según los hallazgos de la antropóloga Helen Fisher, unos 650 millones de miembros de la especie humana no practican el arte de la osculación. Eso es más que la población de cualquier nación del mundo, excepto China e India.
Dato freak:
Al momento de besar, la mayoría de las personas inclinan la cabeza hacia la derecha dos veces más que hacia la izquierda. Algunos científicos han propuesto que quienes inclinan la cabeza hacia la izquierda cuando se besan pueden estar mostrando menos calidez y amor que quienes inclinan la cabeza hacia la derecha. La explicación estaría en nuestra crianza. Los estudios muestran que hasta el 80 por ciento de las madres, ya sean diestras o zurdas, acunan a sus bebés sobre su lado izquierdo. Los bebés acunados boca arriba deben girarse hacia la derecha para mamar, mirar o sentir el cuerpo de la madre. Como resultado, es posible que la mayoría de nosotros haya aprendido a asociar calidez y seguridad con girar a la derecha. Con esto no me refiero a tendencias políticas.
¿Y tú? ¿Hacia dónde inclinas la cabeza?
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