Ni la biología ni la genética por sí solas explicarían por qué unas relaciones entre casados duran mucho y otras se rompen enseguida. ¿Existe una ciencia de la pasión?
Hoy es la neurociencia la que está intentando entrar en esos laberintos de la psique humana hasta el punto de que algunos científicos no excluyen que, en el futuro, se pueda llegar a tomar una píldora que asegure la fidelidad.
¿En qué influyen las «hormonas del amor»?
Los neurocientíficos ya han descubierto algunas sustancias importantes que están relacionadas con el tema de la fidelidad en el amor, como, por ejemplo, la oxcitocina y la vasopresina. La primera, fabricada en el hipotálamo, tiene como función activar las contracciones uterinas durante el parto y la subida de la leche materna. Se le llama la «hormona del amor»y se asocia a la generosidad y la confianza. Durante el orgasmo, llega a aumentar un 400%.
En cuanto a la vasopresina, es una potenciadora de los vínculos sociales y puede ser liberada por la neurohipófisis durante el acto sexual, ofreciendo sensación de placer.
Según estudios del neurocientífico André Palmini, el amor está unido estrechamente a la pasión. Durante la pasión se desactivarían las áreas del juicio crítico. Hasta los defectos de la persona por la que nos apasionamos se convierten en objeto de deseo. Por ello, al amor de pasión se le llama «ciego». Con el tiempo, las áreas asociadas a la pasión dejan de ser tan intensas.
Hasta ahora, solemos explicar el hecho de que unas relaciones duren más que otras a causas sociales o éticas. Sin negar que esas causas sean gravitantes, la neurociencia busca otros caminos para dicha explicación. Los busca en la química. De ahí la idea de que pueda llegar a encontrarse la forma, con un aumento por ejemplo de la oxitocina, para favorecer la monogamia o una larga fidelidad.
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¿Quiénes creen en la fidelidad?
Incluso, se ha llegado a afirmar que en el futuro, un simple análisis de sangre podrá ser suficiente para saber si la relación de dos personas está llamada a ser duradera o no. Es lo que en el lenguaje cotidiano se llama «tener química». Esa química sería la cantidad de oxitocina presente en la sangre como indicador de fidelidad.
Junto a esto, también se plantea que las personas se sienta más atraída por otras según el grado de neurotransmisores u hormonas en el organismo. Por ejemplo, el tipo de hombre más macho, con más testosterona, con más tendencia a la infidelidad, tendería a acercarse a una mujer más romántica, que inspira seducción. Al revés, un hombre con mayor carga de dopamina, de perfil galante, suele ser atraído por mujeres con más serotonina, es decir, más receptivas, según la psiquiatra Carmita Abdo, de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo.
Sin embargo, los científicos no excluyen que la atracción mutua entre dos personas posea también una base genética; es decir, el individuo nace ya con una predisposición para interesarse por un determinado perfil de persona, aunque después pueda ser modificado a lo largo de la vida por toda una serie de acciones circunstanciales.
¿Y tú qué harías? ¿Te tomarías la pastillita?
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