Es por amor… que uno hace el loco y yo lo agradezco. Sino, ¿qué otra excusa tendríamos para hacer tanta lesera? Las hormonas, los desbalances, los resfríos… nada sirve y es tan bien visto públicamente como estar enamorados.
Tuve mi primera cita con Mauricio y fue un FRACASO. Fracaso nivel «me voy de Chile porque no están las condiciones dadas para que yo siga viviendo acá con esta caña moral permanente». Me vino a buscar y fue todo desde cero. Toda la comodidad y complicidad adquiridas antes que fuera una cita oficial, se fueron a las pailas. Nos subimos al auto y cada semáforo, es un silencio incómodo. Me dan ganas de decirle «oye, en un mes más vamos a ser inmensamente felices, saltémonos todo este trámite insoportable y dame al tiro el primer beso para que se baje la tensión». pero no. Antes muerta que tan desesperada.
Llegamos al restaurante que él escogió. Nos estacionamos en Isidora Goyenechea y caminamos, en silencio. Nos paramos afuera del local antes de entrar y por fin, ante lo absurdo de la situación, me mira y esboza una sonrisa triste y levanta los hombros. Y al fin, nos caemos bien. Me da risa, y en la carcajada, la muy bruta me trago una mosca. Tal cual. Pura proteína. Y no sé qué hacer, si disimular, tragar, escupir, vomitar… entonces, estoica, invento una tos y veo en su cara que se dio cuenta. SE DIO CUENTA y me quiero morir. ¿Qué hago? Me muero. me mato. ¿Me tiro a los autos que van pasando? No, entro al restaurante sabiendo que él sabe que me comí una mosca. Soy una rana. ¿Podremos superar este mal rato?
Nos sentamos y veo que toma su celular y va al baño. Obvio que lo va a Twittear… ¿irá a pedirse un Uber y va a huir por la ventana? ¿Traje mi tarjeta?
¿Por qué la vida es a veces tan complicada?
SIMPLE: POR AMOR.