Hace algunos días se celebró el Día Mundial del Sueño. Esta conmemoración establecida por la Sociedad Mundial del Sueño, surge el año 2008 con el propósito de avanzar en la salud del sueño a nivel mundial, enfrentando la epidemia global de somnolencia e insomnio que amenaza la salud y la calidad de vida de las personas.
En el entramado de factores que componen una relación de pareja saludable y satisfactoria, el sueño —y específicamente el buen dormir— a menudo queda relegado a un segundo plano. Sin embargo, la calidad de nuestro descanso es un factor central, de gran relevancia en muchos de los aspectos de una convivencia armoniosa.
¿Cómo influye tu sueño en tu relación?
La privación del sueño reduce nuestra empatía y desgasta nuestra paciencia. Nos puede llevar a andar más irritables o “mecha corta”. En el contexto de una relación, estos efectos pueden traducirse en conflictos innecesarios, malentendidos y una disminución de la capacidad para ofrecer apoyo emocional al otro. Dormir bien, por otro lado, nos permite estar más presentes, receptivos y comprensivos con nuestra pareja, fomentando un ambiente de mayor entendimiento y conexión.
Compartir un ritmo de sueño con nuestra pareja no solo potencia la intimidad, sino que también es un factor de sincronización biológica y emocional. Las parejas que se acuestan y se levantan a horas similares tienden a reportar una mayor satisfacción en su relación. Esta sincronización no solo mejora la calidad del sueño, sino que también crea momentos compartidos de tranquilidad y conversación, fortaleciendo el vínculo emocional.
El impacto del sueño en nuestra salud física y mental es profundo. Un descanso adecuado está vinculado con un mejor sistema inmunológico, una menor incidencia de enfermedades crónicas y una salud mental más estable. En una relación, la salud individual de cada uno afecta directamente el bienestar del otro. Cuidar de nuestro sueño es, por ende, una forma de cuidar de nuestra pareja y de la relación misma.
Si quieres cuidar tu sueño, a ti y a tu pareja, estas son algunas sugerencias:
-Establecer rutinas de sueño compartidas: Intenten acostarse y levantarse a la misma hora, incluso los fines de semana.
– Crear un santuario del sueño: El dormitorio debe ser un refugio dedicado al descanso. Considera la temperatura (ideal de 20 grados), la iluminación y el nivel de ruido. La cama debe ser cómoda y propiciar la intimidad y el descanso.
– Limitar las pantallas y la estimulación antes de dormir: La luz azul de las pantallas puede alterar los ciclos del sueño. Prioricen actividades relajantes que puedan hacer juntos antes de dormir, como leer o escuchar música suave.
– Abordar los problemas de sueño juntos: Si uno de los dos tiene problemas para dormir, busquen soluciones juntos. Esto puede incluir consultar a un especialista, practicar técnicas de relajación o ajustar los hábitos diurnos.
El sueño es un acto profundamente personal, pero en el contexto de una pareja, se convierte en un dominio compartido que refleja y afecta la salud de la relación. Al darle al sueño la importancia que merece, no solo mejoramos nuestra calidad de vida individual sino que también enriquecemos nuestra vida compartida, fortaleciendo los cimientos sobre los cuales se construye una relación duradera y plena.
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