Toda pareja es la unión de dos individuos con sus propias opiniones, personalidad y valores. Por esto no es de extrañar que incluso en parejas felices, se tengan que resolver diversos conflictos.
Algunos de estos conflictos son minucias sin importancia, pero otros pueden ser muy complejos e intensos. A menudo las parejas se sienten abrumadas por los conflictos, o se han distanciado el uno del otro para protegerse.
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Todos los conflictos de pareja, desde la discusión más rutinaria hasta las guerras abiertas, se clasifican en dos categorías: los que pueden ser resueltos y los perpetuos, es decir, los que formarán parte de nuestra vida siempre de una forma u otra. Una vez que aprendemos a identificar y definir nuestras diferencias, podemos elaborar estrategias para enfrentarlas.
Problema insolubles
Por desgracia la mayoría de los conflictos (un 69 por ciento) pertenecen a esta categoría.
Estos son algunos problemas insolubles típicos con los que conviven las parejas:
- Margarita quiere tener un hijo, pero Daniel dice que no está preparado todavía, y no sabe si algún día lo estará.
- Fernando quiere tener sexo con más frecuencia que Claudio.
- Carlos se toma con mucha tranquilidad el trabajo de la casa y rara vez realiza sus tareas hasta que Sofía le insiste, lo cual le molesta.
- Tomás quiere educar a sus hijos en el catolicismo. Javiera es judía y quiere educarlos en el judaísmo.
- Angélica cree que Roberto es demasiado crítico con su hijo, pero él cree que es la forma adecuada de educarlo: “el niño tiene que aprender a hacer las cosas como Dios manda…”
A pesar de sus diferencias, estas parejas pueden seguir felizmente juntas, al encontrar una forma de tratar con su problema insoluble, sin que los asfixie. Muchas han aprendido a mantener el problema en su lugar, y a contemplarlo con sentido del humor.
Por ejemplo, Macarena y Andrés, sostienen un conflicto perpetuo porque a él no le gusta salir con la familia de ella. Pero cuando hablan del problema, no se enfadan, sino que explican de buen humor la situación. Ellos no han resuelto su problema, pero han aprendido a convivir con él y a enfocarlo con buen humor.
Como plantea el connotado psicólogo John Gottman; a pesar de lo que puedan decir muchos terapeutas, para que tu relación prospere no es necesario que resuelvas tus grandes conflictos. Las “parejas exitosas” entienden intuitivamente qué problemas forman parte inevitable de la relación, de la misma forma que las enfermedades crónicas son inevitables cuando uno envejece. Son como un dolor de espalda o de cadera. Tal vez el problema no nos guste, pero somos capaces de vivir con él, de evitar situaciones que lo empeoran, de desarrollar estrategias y métodos que nos ayudan a tratar con él.
En las parejas inestables, los problemas perpetuos terminan por matar la relación. En lugar de tratarlos de forma efectiva, la pareja se queda estancada en ellos. Repiten las mismas conversaciones al respecto una y otra vez, moviéndose en círculos sin resolver nada. Al ver que no avanzan se van sintiendo cada vez más heridos, frustrados y rechazados por el otro. Entonces puede comenzar el lento proceso de intentar aislar el problema. Pero la verdad es que muchas veces han empezado a distanciarse el uno del otro. Están en camino de llevar vidas paralelas y vivir una inevitable soledad: el tiro de gracia para cualquier pareja.
Las características de un problema estancado son:
- El conflicto te hace sentir rechazad@ por tu pareja.
- Hablan del problema una y otra vez, pero no avanzan.
- Se atrincheran en sus posiciones y no están dispuestos a ceder.
- Cuando discuten sobre el tema, terminan frustrados y heridos.
- Las conversaciones sobre el tema carecen de buen humor o afecto.
- Con el tiempo son cada vez más inamovibles, lo cual los puede llevar incluso a insultos o desprecio durante las discusiones.
El 69% de los conflictos de pareja no tienen solución. Las parejas felices no solucionan todos sus conflictos, pero logran darse cuenta de lo que pueden cambiar versus lo que es más efectivo aceptar. No se entrampan en intentar convencer al otro que cometió un error, que está equivocado o que debería cambiar, sino que lo aceptan y validan como distinto.
Los conflictos insolubles muchas veces llevan al estancamiento y una forma de superarlo es explorando las causas profundas que lo provocan. Esto último lleva a que muchas veces, salgan del entrampe de la solución intentada que repiten infructuosamente una y otra vez; y dejen de intentar que el otro cambie, ahora desde la conexión, la empatía y la aceptación. Los conflictos sin solución simbolizan diferencias profundas de formas de ser, de estar en el mundo y/o de sueños no realizados.
Problemas solubles
Los problemas solubles se pueden identificar porque no son tan reiterados, la activación emocional que generan es menos intensa, son menos dolorosos y apuntan a una dificultad concreta o situación específica y particular.
Algunas preguntas que nos permiten acercar posturas y llegar a un terreno en común son:
¿En qué estamos de acuerdo? ¿Cuáles son nuestros sentimientos en común, o los sentimientos más importantes que hay aquí en juego? 3. ¿Qué objetivos comunes podemos tener en este caso? ¿Cómo podemos comprender esta situación o este problema? ¿Cómo creemos que podemos lograr esos objetivos?
¿Qué opinas tú? Recuerda que puedes comentar con nosotros usando el hashtag #ComplicesFMDOS. De esto y más hablaremos este jueves en “Cómplices, Los Dos”, de 21:00 a 22:00 horas.
Rodrigo Jarpa es Magíster en Psicología Clínica, Doctor en Sexualidad Humana. Fundador & Docente, Academia de Psicología & Bienestar. Miembro de la American Association of Sexuality Educators, Counselors and Therapists.
Síguelo en su cuenta de Twitter: @rodrigojarpa
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