Muchos de los mitos relacionados con la educación sexual se basan fundamentalmente en miedos (o temores) infundados.
Para empoderarte con el conocimiento, te invito a que los desmantelemos basándonos en la evidencia. Estos son algunos de los miedos y mitos de la educación sexual más frecuentes:
1-“Si le hablo de sexo a mi hij@ puede creer que le estoy dando carta blanca”
Muchos padres creen que al hablar abiertamente de sexo con sus hijos, estos se transformaran en una especie de máquinas sexuales sin límites. Sin embargo, las investigaciones demuestran que quienes reciben información adecuada por parte de sus padres en la infancia, suelen retrasar el comienzo de la actividad sexual y tienen mayores niveles de salud y bienestar sexual.
Algo paradójico es que a muchos de nosotros nos preocupa que el día que nuestros hijos comiencen a tener relaciones sexuales, lo hagan de forma irresponsable y desinformada. Luego, bajo la idea de que al hablarles de sexo y entregarles información ellos se desbanden, no lo hacemos; aumentando así las probabilidades de que nuestra preocupación se materialice.
2-“La educación sexual les quita su inocencia”
Niñas, niños y jóvenes están expuestos constantemente a mensajes potencialmente prejudiciales y contradictorios. Esto ocurre desde edades cada vez más tempranas, a través de sus pares, Internet y otros medios de comunicación.
Uno de los antídotos para esto es la educación sexual integral y de calidad. Es importante recordar que la ‘inocencia’ es diferente de la ‘ignorancia’. La inocencia se relaciona con estar libre de culpa, vergüenza o pecado… Mientras que la ignorancia significa falta de instrucción, conocimiento o información.
Tanto lo que nosotros podemos aportar, como lo que brindan los programas de educación sexual, no ha de enfocarse en la biomecánica del sexo ni en posiciones sexuales.
El objetivo es brindar información y habilidades adecuadas a las distintas edades y etapas del desarrollo, para ayudar a las y los jóvenes a retrasar la iniciación sexual y protegerse cuando comiencen a ser sexualmente activos.
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3-“La educación sexual puede ser útil para jóvenes y adolescentes, pero no para niñas y niños menores”
Educación sexual abarca múltiples dimensiones y los niños comienzan a desarrollarlas y construirlas desde muy temprano. Por ejemplo, en los Países Bajos -referente a nivel mundial – son conscientes de esto y la educación sexual ahí, comienza a los 4 años.
Desde kínder hasta segundo básico, aprenden sobre las estructuras familiares, los nombres de las partes del cuerpo y qué hacer si alguien los toca de manera inapropiada. Más adelante abordan el desarrollo físico y la autoimagen; las relaciones íntimas y la reproducción.
Junto a esto, se enfocan en la seguridad, la confianza y el desarrollo de la autoestima. Al llegar a la adolescencia, la juventud holandesa muestra un comportamiento sexual más reflexivo y maduro que sus pares de la región: retrasan el inicio de las relaciones sexuales, usan métodos anticonceptivos, tienen menos ITS y abortos, y declaran mayor placer en el sexo.
4-“De la educación sexual nos hacemos cargo en la casa. El colegio o escuela no tiene pito que tocar”
La educación sexual de nuestros hijos comienza desde que nacen (o incluso desde antes) y se trata de una responsabilidad compartida, en la que idealmente debiesen involucrarse todas las instituciones y agentes sociales. Y no solo es un derecho, sino que es un deber ineludible para la familia, colegios y escuelas, así como para toda la sociedad.
La educación sexual integral desde la primera infancia. Es fundamental para lograr el desarrollo óptimo y el bienestar pleno de cualquier persona. Recibir una educación sexual de calidad y con bases científicas es un Derecho Humano universal e inalienable de todo individuo. Si bien es obligatorio que las escuelas brinden educación sexual integral, esta será más efectiva cuando nosotros -como madres y padres- también participamos activamente.
El Estado es responsable del cumplimiento de este derecho, teniendo la obligación de tomar las medidas para garantizar la educación sexual integral en el marco del sistema educativo. Por lo tanto, no es una opción de los Estados, ni de padres, madres o tutores legales de los niños y niñas, el negarse a que la reciban.