Uno de los motivos de consulta más frecuentes en las terapias de parejas, así como uno de los conflictos más comunes entre las parejas, es la frecuencia con la que tienen relaciones sexuales.
Por lo general, el problema se resume en que uno de los dos quiere más sexo que el otro. En gran parte de los casos, el comprender que existen distintos tipos de deseo y conocer el de cada uno, puede ser un primer gran paso hacia la solución.
Los tipos de deseo sexual se pueden entender como la forma en que se experimenta el interés por tener sexo. Es normal y muy frecuente que las parejas tengan tipos diferentes.
Según el tiempo y el contexto
Es importante comprender que existe una diferencia entre el deseo y la excitación. El deseo es tu motivación para querer tener sexo, mientras que la excitación es la respuesta física de tu mente y cuerpo.
Por ejemplo, hay personas a las que les basta ver a su pareja en la cocina pelando tomates, para que se despierte su deseo por tener relaciones sexuales. Para otras, la misma situación puede despertarles las ganas de comer ensalada a la chilena, pero nada ni parecido al caso anterior.
Otro factor relevante a considerar, es que los tipos de deseo pueden cambiar a lo largo del tiempo y en función del contexto. Por lo tanto, la escena de los tomates, cuando la pareja lleva un par de meses juntos y no se han visto hace una semana, puede tener resultados distintos a si están juntos hace 10 años y se ven todos los días.
Tener tipos de deseo diferentes no significa que algo esté «mal» en una pareja. Solo significa que son dos personas distintas. Sin embargo, pueden surgir conflictos cuando las parejas no entienden o no aceptan las formas en que cada uno experimenta el deseo. Cuando se conoce y se comprende el estilo propio y el del otro, pueden acomodarse mutuamente en una vida sexual coordinada en las diferencias. Estos son los tres tipos de deseo:
1-Deseo “espontáneo”
Algunas personas experimentan primero el deseo y luego la excitación. Esto se conoce como deseo espontáneo. Por ejemplo, ves a tu pareja cambiándose de ropa y eso despierta tu deseo de tener relaciones sexuales, lo que conduce a la excitación.
El deseo surge rápido y aparentemente «de la nada» (por eso sería espontáneo, aunque de todas maneras hubo algo que lo generó). Los estudios afirman que alrededor del 15% de las mujeres y el 75% de los hombres se identifican con este tipo de deseo espontáneo.
2-Deseo receptivo
En el caso del deseo receptivo o reactivo, lo que ocurre primero es la excitación; antes de tener ganas de sexo. Por ejemplo, tu pareja comienza a buscarte y tú no tienes ganas en ese momento, pero te abres a que te siga tocando y besando; tu cuerpo y tu mente comienzan a responder y entonces surge el deseo.
Por lo tanto, si se inicia la actividad sexual aun sin deseo espontáneo a priori, en la mayoría de los casos el deseo receptivo o reactivo se hará presente. Y esto es algo ¡absolutamente normal!
En consecuencia, si te identifica esta frase: «Es como si me fallara el motor de partida, porque casi nunca tengo ganas, pero hay veces que me busca, empezamos y ningún problema… lo que me cuesta es la partida», ¡no tienes ningún problema, trastorno o disfunción sexual!
Se estima que cerca del 30% de las mujeres y el 5% de los hombres tienen este tipo de deseo.
3-Deseo mixto
Muchas personas experimentan tanto el deseo espontáneo como el receptivo. Si bien puede haber una tendencia más marcada hacia un tipo en particular, es frecuente también que se dé una combinación de ambos. Lo anterior está fuertemente influido por el contexto.
Nuevamente, es importante recordar que los estilos de deseo pueden cambiar en el tiempo y según el contexto. Por lo tanto, el tipo de deseo que tuviste al inicio de tu relación, probablemente no sea el mismo que tienes ahora.
El deseo está influenciado por muchos factores, incluidas las hormonas y el uso de medicamentos (como antidepresivos), el estrés, las condiciones médicas, el nivel de satisfacción o de conflictos en la relación, etc.
Por último, es recomendable que te des un tiempo para reflexionar y hacerte las siguientes preguntas: ¿Qué me estimula y excita? ¿Qué me hace sentir sexual? ¿Qué despierta mi deseo?
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