Nuestros cerebros están programados para que tomemos atajos mentales. No hay forma de procesar toda la información que se nos presenta sin hacerlo.
Los atajos mentales nos permiten clasificar las cosas en categorías, hacer predicciones sobre el futuro, estimar la probabilidad de eventos y crear reglas personales para vivir.
Estos atajos, aunque sean necesarios, pueden convertirse en trampas que generan miedo, alimentan la evasión y nos impiden hacer lo que nos importa.
Estas son 5 de las trampas más frecuentes. Si somos conscientes de ellas, es más probable que podamos esquivarlas antes de que nos atrapen.
Trampa del pensamiento 1: Evaluaciones excesivas
Nuestras mentes están hechas para juzgar. Muchos de nuestros pensamientos son alguna versión de «esto es bueno» o «esto es malo». Esto fue muy útil para nuestros antepasados cavernícolas que intentaban pasar el día sin morirse hambre. “¿Esta planta? Veneno, malo. ¿Esta planta? Dulce y deliciosa, buena «.
Pero, ¿y ahora? ¿Necesitamos todos los juicios que hacemos? Seguramente, necesitamos algunos de ellos. Necesitamos evaluar cuál es la mejor casa para alquilar o comprar, cuál es la mejor dieta para nuestra salud o que línea de metro tomar para llegar a nuestro trabajo.
Muchas de nuestras evaluaciones simplemente aumentan nuestro sufrimiento. Por ejemplo, solemos llamar «buenos» a algunos pensamientos y sentimientos y «malos» a otros. Pero todavía tenemos los buenos y los malos, nos gusten o no.
Y luego tenemos la incomodidad de los pensamientos y sentimientos dolorosos más la miseria de juzgarnos a nosotros mismos por tenerlos, lo cual está fuera de nuestro control. Esto nos puede llevar a alejarnos de las cosas importantes que evocan esa incomodidad, como analizar en profundidad nuestras finanzas, visitar a un amigo enfermo o terminar una mala relación.
Trampa del pensamiento 2: Reglas Rígidas
Hay que tener cuidado con la imposición de reglas rígidas sobre nosotros, el mundo y las personas que nos rodean. Este tipo de reglas generalmente incluyen palabras como «debería», «debe» o «tengo que».
Los estándares no tienen nada de malo, pero estos son estándares inflexibles y autodestructivos: «Si no me hace feliz, no debería hacerlo». «La gente tiene que ser amable con los demás en todo momento». «¡Esto no debería ser tan difícil!». “Él debería saber como que me gusta”. “Las mujeres tienen que hacer lo que les corresponde en una relación”. Todo esto conduce a una evitación innecesaria. Pero, ¿y si viviéramos en el mundo como es?
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Trampa del pensamiento 3: Sobrestimar la probabilidad de malos resultados
En general, los humanos somos pésimos prediciendo eventos o resultados. Sin embargo, tendemos a estar bastante convencidos de que sabemos que tan probable es que suceda algo.
A esto se le llama sobreestimación de la probabilidad. Y puede ser especialmente problemático cuando sobrestimamos la probabilidad de que suceda algo malo. Se convierte en una gran razón para evitar o simplemente para andar preocupados por la vida. No le creas tanto a tu mente cuando te dice cosas como: “no lo vas a lograr” “te va a doler mucho” “lo voy a pasar pésimo”, etc.
Trampa del pensamiento 4: Catastrofismo
Catastrofizar significa asumir que cuando sucede algo negativo, no solo va a apestar, sino que va a ser horrible. Es hacer una montaña de un grano de arena.
Catastrofizar a menudo implica la suposición de que las cosas serán tan horribles que no podrás soportarlo ni lidiar con ello. Pero verifica contigo mism@: ¿con qué frecuencia sucede eso realmente?
Trampa del pensamiento 5: Lectura de la mente
De alguna manera, asumimos que sabemos lo que está pasando en la mente de los demás. Esto puede resultar útil. A medida que los niños crecen, eventualmente comienzan a ser capaces de tomar la perspectiva de los demás e imaginar las motivaciones y sentimientos de las personas que los rodean.
Esto es realmente bueno para el desarrollo social. Desafortunadamente, podemos apegarnos mucho a nuestras suposiciones. Y cuando lo hacemos, ignoramos otras posibilidades, aquellas que no tienen nada que ver con lo que pensamos. También es bastante inútil esperar que los otros -por ejemplo nuestra pareja- nos lea la mente o adivine que estamos pensando y sintiendo.
Nuestra mente puede ser una tremenda aliada. Sin embargo es importante que no le creamos o hagamos caso a todo lo que nos dice.