En más de una oportunidad, he escuchado que cuando todo anda bien, la sexualidad implica entre un 10 a un 20% de la satisfacción con la pareja. Sin embargo, cuando hay problemas, representa hasta el 90% y, por lo tanto, habría frustración garantizada.
Lo que se entiende como “Sexo óptimo” es aplicable a cualquier día del año, con o sin pandemia. Sin embargo, quise escribir sobre sus características en este contexto, a ver si nos relajamos un poquito. La idea es que el sexo no sea una fuente de estrés y menos aún en el contexto actual que de por sí, es altamente estresante para la mayoría.
La satisfacción sexual y el placer, son parte de nuestros derechos sexuales. Lamentablemente, aún la investigación al respecto no abunda. Una de las personas que ha aportado en este campo es Peggy Kleinplatz. Para evitar presiones y expectativas irreales, ella se planteó el estudio del “Sexo Optimo”.
En sus estudios se concluye que la satisfacción sexual tiene mucho menos que ver con la técnica, variar la rutina, comprarse juguetes y/o cuerpos perfectos -elementos a los que con mucha frecuencia se les atribuye gran importancia en nuestra cultura- y más que ver con factores como la presencia, la conexión y la intimidad erótica. Existiendo estos últimos, los primeros pueden ser un aliño interesante.
La mayoría de los estudios de la sexualidad humana, han puesto su foco en partes del cuerpo y en la disfunción. Kleinplatz pone sus ojos en el lado luminoso e investiga empíricamente que nos hace tener una sexualidad satisfactoria, optima y memorable. Concluye que existen 8 factores que contribuyen significativamente al buen sexo:
1. Estar presente, enfocado y compenetrado
Este es el primer factor y más frecuentemente mencionado, como determinante del buen sexo. Es difícil poder disfrutar si estamos pensando en cómo lo estamos haciendo, en el Corona Virus, en cuantas horas más nos tendremos que despertar, en que los niños pueden entrar, en que se me ven las estrías con la luz prendida o en si descongelé o no la carne molida para el almuerzo de mañana.
Por otro lado, cuando estamos plenamente presentes y atentos, nos podemos dar cuenta de que no existe un momento igual al otro; ¡desaparece la rutina!
2. Conexión, fusión, estar alineados y en sincronía
La profundidad en la conexión, es uno de los elementos más relevantes de la experiencia, independiente de la duración de la relación de pareja.
3. Intimidad erótica y sexual profunda
Esto es uno de los cimientos de una relación, en la que la sexualidad optima se convierte en una posibilidad. Implica profundo respeto mutuo, cuidado, genuina aceptación y admiración. La atracción se combina con una sensación de seguridad y cercanía emocional.
4. Buena comunicación y alta empatía
Kleinplatz describe a las personas que logran una sexualidad óptima, como “cinturones negros” en comunicación. En sus palabras: “no son personas que se aprendieron todo respecto a los genitales y luego aplicaron las técnicas…son personas que están tan compenetradas en y con el cuerpo de sus parejas, que pueden leer las respuestas del otro, no solo tocándolo, sino sintiéndolo.” Son personas que manejan muy bien lo que podríamos denominar <<asertividad sexual>>, expresando sus deseos, necesidades y limites, cuidando la relación y siendo sensibles a las reacciones del otro.
5. Autenticidad, desinhibición y transparencia
Esto tiene relación con dejar de ser espectador de uno mismo, ser genuino y “desnudarse emocionalmente”. Se genera un espacio de libertad, donde se permite mostrar, ver, sentir y decir, dejando al margen la vergüenza, la culpa o la idea de que el otro me pueda enjuiciar negativamente.
Esto permite, por ejemplo; abrirse a nuevas prácticas, jugar con las fantasías o quizá introducir algún juguete sexual. Más allá de las intensas vibraciones que este último pueda generar, es la complicidad, la intimidad emocional y el juego con los limites, lo que potencia el erotismo.
6. Dicha, paz, transformación y transcendencia
Se refiere a un estado en que se diluye el tiempo y el espacio. Generalmente se utiliza un lenguaje de corte místico, espiritual o religioso para describirlo. Se experimenta alegría, armonía y felicidad.
7. Exploración, toma de riesgos y diversión
Se describe el sexo óptimo como una aventura, una oportunidad para conocer cosas sobre uno mismo y la pareja. Se genera la posibilidad de descubrir profundidades mayores. La toma de riesgos y la exploración, emergen como componentes relevantes del buen sexo. Esto en el contexto del juego y la diversión. El humor, las risas y el desorden, son parte del jugar.
8. Vulnerabilidad y entrega
Entregarse, permitirse ser vulnerable y dejarse llevar. Kleinplatz describe el buen sexo como un salto al vacío. “es decirse: voy a saltar de este precipicio, estar desnudo, estar vulnerable, entregarme y tomar a otro, esperando sentirme bien después de hacerlo”. Dejamos ir la ansiedad, el estar calculando y el ego.
Si nos damos cuenta, los factores asociados al sexo óptimo, tienen que ver con la conexión –con nosotros, con el momento presente y con el otro- y es justamente ese contacto, ese vivir en el lenguaje e interrelación/interdependencia con un otro –no con partes- lo que nos hace humanos. Se podría decir entonces, que el buen sexo entre personas, es un sexo –esencialmente- humano.
El buen sexo no está en las revistas, en el porno o en la tecnología, sino en el encuentro vivo entre personas. Si buscamos relacionarnos con personas, pero construimos nuestra sexualidad relacionándonos con cosas, hay algo que no termina de calzar.
Si quieres saber más sobre el tema escucha “Cómplices, Los Dos” todos los jueves a las 19:00 horas.
Rodrigo Jarpa es Magíster en Psicología Clínica, Doctor en Sexualidad Humana. Fundador & Docente, Academia de Psicología & Bienestar. Miembro de la American Association of Sexuality Educators, Counselors and Therapists.
Síguelo en su cuenta de Twitter: @rodrigojarpa
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