A nivel mundial estamos pasando por un momento tremendamente difícil y doloroso. En nuestro país las cifras de contagios aumentan y las personas, amistades, familiares que nos dejan también. Cada uno se enfrenta a esta situación de distinta manera.
Si tuvieras a una persona muy cercana acompañándote en este dolor: ¿Cómo te gustaría que fuese?
¿Una persona que te diga fríamente algo como: “No es para tanto, deja de quejarte, agradece lo que tienes y piensa que se hubieses nacido en otra época habrías vivido cosas mucho peores”. O alguien que te diga con cariño y amabilidad algo como: «Esto es realmente difícil. Estoy aquí contigo para acompañarte en este duro momento?» ¿Cuál prefieres?
Autocompasión
Yo al menos me quedo con la segunda. Prefiero la compañía de esa persona que reconoce mi sufrimiento y que responde con bondad y cuidado. Eso es lo que se conoce como compasión. Lamentablemente, la mayoría de nosotros somos mucho mejores siendo compasivos con los demás que con nosotros mismos.
La autocompasión implica tratarnos a nosotros mismos de la forma cálida, benevolente y cuidadosa en que lo hace la persona del segundo ejemplo. Algunas sugerencias para lograrlo:
1-Piensa en como tratarías a alguien que quieres profundamente y que está pasando por un momento difícil. ¿Qué harías? ¿Cómo le hablarías? ¿Qué le dirías?
2-Reconoce con amabilidad y cariño el dolor que hay en ti. Muchas veces cuando estamos sufriendo buscamos alejarnos del dolor lo mas rápido que podamos. Para eso recurrimos a estrategias poco amables y cariñosas. La trampa es que muchas veces sirven en el corto plazo, pero en su mayoría son pan para hoy y hambre para mañana.
Si quisieras ser compasiv@ con alguien que quieres y te preocupa ¿l@ interrumpirías rápidamente para decirle algo como “deja de preocuparte y anda a tomarte 10 piscolas mejor”? Tal vez seria mejor reconocer con amabilidad y cariño su dolor.
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3-Observa y describe tus emociones. Al momento de enfrentar emociones difíciles, en vez de aumentar el sufrimiento a través intentar evitarlas, de la autoflagelación o los auto juicios negativos, puede ser útil hacer una pausa, respirar profundamente y observar con curiosidad la emoción, nombrarla y describirla. ¿Qué emoción es? ¿Qué estoy sintiendo? ¿en que parte del cuerpo está?
Es importante abrir un espacio de aceptación a nuestras experiencias internas dolorosas, tomando consciencia de qué estamos sintiendo y no de por qué lo estamos sintiendo (muchas veces la pregunta del por qué, se transforma en una porquería de pregunta, empantanándonos en el problema, en hipótesis, explicaciones y alejándonos del presente)
4-Finalmente, la autocompasión consiste en tomar conciencia de la experiencia en el momento presente, aceptándola como parte de nuestra existencia (por mucho dolor que nos genere y por mucho que quisiéramos no sentirla) e intentar aliviarla con gestos de amor hacia uno mismo, de la misma forma en que lo haríamos con un ser querido.
5-Recuerda que el dolor es inevitable. Muchas veces invalidamos nuestra propia experiencia emocional. Es frecuente que también lo hagamos con nuestra pareja, familia u otras personas. Sin embargo, por lo general somos mas dur@s con nosotr@s mism@s. juzgamos nuestro dolor como anormal, exagerado o una señal de que hay algo malo en nosotros.
Nuestras mentes nos pueden decir cosas como: “No debería sentirme así”, “debería poder manejarlo mejor” o “no es normal que sienta o piense esto”. En estas situaciones puede ser mucho mas útil, recordarnos amablemente, que es normal y natural que los seres humanos tengan pensamientos y sentimientos dolorosos cuando la vida es difícil, cuando cometemos errores, cuando nos rechazan, o cuando estamos viviendo una pandemia como esta.
Tu dolor te recuerda que eres humano, que estás vivo y que hay cosas que te importan. Si no hubiese dolor en tu vida, yo me estaría preocupando.