Quiero comenzar por aclarar que por «anti-solución» entenderemos todo lo que se haga o se deje de hacer; intentando solucionar algo, pero que luego de un tiempo y por más que insistamos, no se logra el objetivo deseado o incluso, la situación empeora.
Muchas parejas, luego de que se revela o descubre una infidelidad, deciden seguir juntas. Pero las soluciones que intentan para estar en una relación de calidad terminan perpetuando o aumentando los problemas. Estas 4 son algunas de las más frecuentes:
- El interrogatorio eterno: Muchas personas al enterarse de la infidelidad, comienzan con una especie de interrogatorio morboso, con el que buscan desesperadamente diluir todos los espacios de los que han sido excluid@s y hacer desaparecer las complicidades con el tercero en el pasado. Se sienten con todo el derecho de hacerlo y creen que mientras más pregunten, más tranquilidad y confianza van a lograr. El otro se deja ser interrogado, intentando aplacar su falta. Con esta dinámica no se permiten avanzar y se trae permanentemente al presente, lo que pretenden dejar en el pasado.
- Conversemos mucho: Hay parejas que intentan avanzar y superar las dificultades, a través de conversar reiteradamente de lo que ocurrió y buscar responder el por qué sucedió. Con esto van generando hipótesis, reforzando los papeles de víctima y victimario, entrando en complejas teorías que, por mucho sentido que les puedan hacer, no necesariamente solucionan algo ni les permiten avanzar.
- Esperar el olvido: Bajo la trampa de creer que perdonar y olvidar son la misma cosa, hay parejas que siguen juntas esperando olvidar y enfocando ahí el deseado perdón y mejoría de la relación. Con el tiempo y por más que lo intenten, no logran olvidar, por lo tanto se frustran y no logran llegar a perdonar y avanzar como pareja.
- Inspeccionar para confiar: La «víctima» exige tener acceso a cuentas de correo electrónico, teléfono, tarjetas de crédito y realizar una inspección permanente de todo lo que ocurre en el presente (en evidente relación con lo que ocurrió en el pasado). Esta exigencia muchas veces se justifica como necesaria para volver a confiar. También se pueden limitar y restringir las actividades individuales del que cometió la infidelidad. Es similar al «interrogatorio eterno», pero la gran diferencia es que no se remite al pasado, sino que al presente y a que uno de los miembros de la pareja se transforma en una especia de investigador privado, tiñendo la relación de una obsesiva desconfianza.
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Rodrigo Jarpa es Magíster en Psicología Clínica, Doctor en Sexualidad Humana. Fundador & Docente, Academia de Psicología & Bienestar. Miembro de la American Association of Sexuality Educators, Counselors and Therapists.
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