Según un estudio del connotado Instituto Kinsey sobre el impacto del Covid-19 en la satisfacción marital, un 24 por ciento de las personas casadas informaron tener relaciones sexuales con menos frecuencia que antes de la pandemia.
El 17 por ciento de las mujeres informaron una disminución en el deseo sexual y satisfacción emocional. Por otra parte, un tercio de las parejas están experimentando conflictos relacionados con la pandemia.
Sin embargo, es importante considerar que las dificultades sexuales surgen en todas las relaciones de largo plazo, no solo en las conflictivas.
Al comprender esto y “normalizar” lo esperable que es, que nuestra vida sexual no sea siempre miel sobre hojuelas, podemos tomar los desafíos eróticos como el motor para lograr mayor crecimiento y conexión.
1-Más acelerador y menos freno
La investigadora y educadora sexual Emily Nagoski describe el deseo y la inhibición sexual como el acelerador y el freno de un auto. Y aunque en este momento hay muchos factores en la vida de las parejas que pisan más el freno que el acelerador, hay varias cosas que podemos hacer. Lo primero es identificar tus propios frenos y aceleradores.
Los primeros serían todas las cosas que te matan las pasiones y que te hacen estar más desconectad@ del sexo. El acelerador se relaciona con todo lo que puedes hacer y que te “prende”, te conecta con tu erotismo y deseo. Para algunas personas puede ser el leer literatura erótica, fantasear o masturbarse. Para otros puede ser dormir más, hacer deporte o meditar. Aquí la o el experto eres tú.
2-Mindfulness y saborear
Nuestros cerebros están programados para buscar problemas y enfocarnos en lo que no anda bien. Esto nos ha permitido sobrevivir como especie.
Sin embargo, la negatividad constante puede aislarnos del placer y del deseo. La buena noticia es que existen prácticas con las que podemos entrenar nuestros cerebros y poder sumergirnos -por momentos- en el placer y las experiencias positivas.
Los estudios sugieren que practicar la atención plena o mindfulness puede «mejorar significativamente el deseo sexual y otros índices de respuesta sexual» en las mujeres, y es una «vía de tratamiento potencialmente prometedora para algunos casos de disfunción eréctil». La atención plena también puede reducir el estrés (un gran asesino de la libido).
Si tu mente te dice que no puedes o que es muy difícil meditar y tu le crees a tu mente y más encima le haces caso, te invito a no creer en todo lo que piensas. Como dijo alguna vez Caszely: “no tengo por qué estar de acuerdo con lo que pienso”.
Y mientras lo haces, te propongo otra alternativa: prueba el placer de saborear. Hay experiencias cotidianas muchos más placenteras de lo que nos permitimos percibir. Los primeros sorbos de café en la mañana, el sol en tu cara, comer una buena comida, orinar cuando tu vejiga está a punto de explotar, etc. Haz una pausa y saborea el placer diario cuando surja, disminuyendo la velocidad para disfrutar realmente del momento.
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¿Cómo hacerlo?
Una forma sencilla de incorporar el placer y saborearlo es la siguiente: Observa y toma plena consciencia de al menos tres momentos de placer durante el día, desde los más orgásmicamente placenteros hasta los ligeramente placenteros. Luego, antes de acostarte, escribe tres momentos que recuerdes y concéntrate en saborear el placer nuevamente.
Estas sencillas prácticas pueden potenciar el placer y la calidad de tus experiencias sexuales, al aumentar tu capacidad para permanecer con las sensaciones placenteras en tu cuerpo, en lugar de perderte en tus pensamientos. El comenzar por sintonizar con los placeres de la vida diaria, es un buen entrenamiento para aprender a hacer lo mismo durante el sexo.
3-Ten un plan
Cuando se ha estudiado a las personas que tienen buen sexo a largo plazo en una relación, no se describe la espontaneidad como una de sus características.
Yo se que esto puede sonar un poco raro. Una creencia muy generalizada y profundamente arraigada es la de que el sexo debe ser espontaneo. Y no solo el sexo si no que también las manifestaciones de cariño. Las que son espontaneas tienden a percibirse como genuinas, pero si hay que pedirlas es como si fueran de segunda categoría.
En uno de los estudios más completos al respecto, se descubrió que los componentes del buen sexo incluyen la comunicación, la empatía, la vulnerabilidad, la conexión y estar presente en el momento. Se hizo hincapié en ignorar las nociones de espontaneidad romántica (como en las películas) y, en cambio, valorar la deliberación y el planificar.
Descubrieron que el buen sexo no ocurre por casualidad. Requiere de intencionalidad. Si bien no podemos planear un buen sexo, podemos crear intencionalmente las condiciones en las que podría ocurrir.