Vivir una ruptura amorosa puede ser una de las peores cosas que nos puede pasar, especialmente si somos unas románticas empedernidas. Muchas soñamos con encontrar a nuestro «amor de la vida» y, tal como su nombre lo indica, quedarnos juntos por el resto de nuestra existencia. Hasta los cisnes eligen una pareja y se quedan con ella para siempre, ¿por qué nosotros no podríamos?
Desde pequeñas hemos crecido rodeadas por las historias vendidas por Hollywood, donde está repleto de películas que nos hacen creer que el amor es una fuerza indestructible, que todo lo puede y que nunca se acaba.
Sin embargo, a veces la vida nos enseña -a porrazos, hay que decirlo- que esto, lamentablemente, no siempre es así. Y es justo ahí cuando viene la pregunta que todas nos hemos hecho alguna vez mientras lloramos y escuchamos canciones tristes: ¿existe realmente el amor para toda la vida?
Pues, justamente esa pregunta se hicieron dos investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, Richard Schwartz y Jacqueline Olds. En su estudio más romántico hasta la fecha, los profesores y terapeutas lograron responder a varias cuestiones que giran en torno a la evolución del amor en una relación.
Nuestro cerebro cuando estamos enamorados
¿Recuerdas las luces que Rapunzel ve todas las noches de su cumpleaños desde su torre en Enredados? Bueno, según el estudio, ciertas zonas de nuestro cerebro se encienden de forma parecida cuando sentimos amor romántico por alguien. “Estas áreas se iluminan en las exploraciones cerebrales cuando se habla de un ser amado, y pueden permanecer iluminadas durante mucho tiempo en algunas parejas”, explica Olds en su estudio.
Pero el amor no solo es un sentimiento, sino que también se manifiesta físicamente. Nos sonrojamos, nos sudan las manos e incluso se nos acelera el corazón al pensar en esa persona especial. Estas son consecuencias directas de dos hormonas clave que están en juego: el cortisol y la dopamina.
Admítelo, tú también has pensado en acabarlo todo luego de algunas horas sin que esa persona especial no te conteste el último WhatsApp. Esto es culpa justamente del cortisol, una hormona que aumenta en la fase inicial del amor romántico y que causa “pensamientos, esperanzas y terrores intrusivos y enloquecedoramente preocupantes del amor temprano”, de acuerdo con la terapeuta Schwartz.
Afortunadamente -porque en el amor no todo es sufrimiento- también existe la dopamina. Esta provoca, de acuerdo con el estudio de Harvard, que “el amor sea una experiencia placentera similar a la euforia asociada al consumo de cocaína o alcohol”, activando el «sistema de recompensa».
Pero tranquila, esto no significa que estemos drogados como Rue en Euphoria, aunque pueda parecer que estemos atontados algunas veces. Simplemente significa que podemos llegar a alegrarnos mucho con cosas simples en forma de recompensa, como un mensaje de «buenos días» de nuestro enamorado.
¿Existe el amor para toda la vida?
Y como el amor eufórico no puede durar para siempre, si logramos pasar por esta primera etapa en donde todo es pasión, rosas y chocolates, la montaña rusa de emociones se calman. No significa que dejemos de estar enamorados, sino que ahora lo hacemos con más calma. «Las áreas del cerebro asociadas con la recompensa y el placer siguen activas a medida que avanzan las relaciones amorosas, pero el anhelo y el deseo constantes que son inherentes al amor romántico suelen disminuir«, explica Schwartz.
Entonces, ¿podríamos decir que el amor dura para siempre? Puede llegar a ser el caso de algunos, aunque -según el estudio de Harvard, primero debes pasar por el desafío que conlleva la caótica primera etapa. Pero no te preocupes por eso, recuerda que todo se trata de ser sincera con tu pareja, encontrar valores en común y, sobre todo, ¡ser tú misma y divertirte!