Por Paula Hormazábal, psicóloga clínica especialista en psicoterapia femenina y temáticas de género.
Cuando ocurre una ruptura amorosa la pena, el dolor e incluso sentimientos de culpa nos invaden agolpándose en nuestra cabeza, sobre todo cuando la relación nos ha dejado cicatrices más que recuerdos. Los procesos de elaboración del duelo que usualmente se utilizan para poder superar aquello que nos causa tristeza que se vaya de nuestra vida, en ocasiones no son suficientes para superar este tipo situaciones. Ya que se instalan como una manera de encontrar una respuesta que nos reconforte en la cantidad de experiencias que nos causaron pena, dolor y hasta vergüenza de haberlas vivido, por lo que el poder dejar atrás resulta ser una tarea difícil.
¿Por qué no podemos olvidar las relaciones tóxicas?
El primer escenario es cuando la relación en sí se transforma en un pensamiento obsesivo en nuestra cabeza. Quedamos de cierta manera enganchados sólo a una parte de nuestra vida, en este caso la relación de pareja. En consecuencia, nos impide que podamos focalizar nuestra atención hacia otro lugar de nuestra existencia , llevándonos no sólo a perder o dejar pasar oportunidades, sino que también nos lleva una y otra vez a desarrollar esfuerzos en situaciones o personas que representan un terreno infértil. Por ejemplo, solo dar, estar y ser para y por la persona que es objeto de ese amor mal sano, dado que hemos bloqueado mediante la obsesión la realidad completa y nuestra posibilidades en ella.
El enganche en el pasado de la relación hace volvamos a ella inevitablemente en nuestra mente, debido a que lo que nos une a ese sentimiento son una serie de pensamientos repetitivos, dramáticos y dañinos, que hemos negado, que son adictivos y que nos hacen perder la consciencia de quienes somos. Siguiendo sólo con el foco que lo que hemos perdido era lo valioso, que no volveremos a tener una relación y que la tristeza estará presente siempre en nuestra vida.
Las cargas que deja una relación abusiva
En un segundo escenario sanar de una relación tóxica o abusiva es también entender que llevamos la carga del agresor. Y debemos liberarla a través de la elaboración en un proceso de psicoterapia, que nos permita el perdón para nosotras mismas.
Agresor y agredido llevan la misma carga energética del periodo en que estuvieron relacionados. Por tanto, si no logras dejar atrás aquellas memorias que te duelen, piensa que el perdón es hacia ti, un acto de amor para recuperarte a ti misma.
El acto de perdonar una situación también puede ser de alguna manera una carga emocional para quién debe hacerlo. Por ende, existe la alternativa válida de soltar la situación reconociendo que no podemos hacer nada más, que somos vulnerables ante una experiencia que nos sobrepasa emocionalmente y que debemos trabajar para dejarla atrás. Liberándonos del resentimiento que nos hace sentirnos víctimas una y otra vez, lo que no nos permite pasar página y salir adelante.
Difícil pero no imposible
En este sentido, dejar una relación tóxica o abusiva atrás es como arrancar de raíz algo que durante mucho tiempo se gestó en nuestra vida como una posibilidad real de tener pareja, familia o un proyecto en común con alguien y es justamente la causa que mantuvo esa relación en nuestra vida por tanto tiempo. Comprender en este punto que cuanto más hemos puesto dentro de una relación, cuánto más hemos traspasado nuestros límites y nos hemos perdido por amar a otro, el proceso de olvidar, dejar atrás, puede tomar un tiempo más amplio que el de una ruptura acordada, madura y sana.
Comprender el pasado para avanzar hacia el presente, es para lo único que necesitamos mirar atrás, siempre una nueva decisión es posible y tú mereces salir de la carencia creando en el presente la abundancia personal que se requiere para entender que no eres lo que te pasó, la relación que tuviste, la decisión que tomaste, eres tú con una nueva oportunidad.
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