Un análisis hecho por Brian G. Ogolsky del Departamento de Desarrollo Humano y Estudios Familiares en la Universidad de Illinois, determinó que los corazones de las personas que se encuentran en una relación amorosa se sincronizan y laten juntos cuando están en el mismo espacio físico.
El estudio observó una muestra de 10 parejas de adultos mayores entre 64 y 88 años, durante un período de 14 días. Es así, como el profesor explica que se vincula una «medida continua de la proximidad espacial» de la media naranja «con la frecuencia cardíaca, un marcador fisiológico de excitación».
El resultado de esta investigación indica que «las correlaciones cruzadas mostraron que la proximidad se asoció consistentemente con la frecuencia cardíaca de cada pareja». Por lo que el estar en el mismo lugar afecta los sentidos de la otra persona amada.
El estudio del profesor Brian G. Ogolsky
En una entrevista a Psypost, el académico de la Universidad de Illinois, explicó que los resultados de estudio sugieren un delicado equilibrio. «Cuando una pareja activa a la otra, comienzan una danza única entre los dos que afecta su fisiología y sus patrones a lo largo del día», aclara.
Además, añade: «Buscábamos formas más objetivas de medir la dinámica de las relaciones y sabemos que estar cerca de otras personas tiene beneficios psicológicos. Entonces la proximidad física parecía un candidato fuerte».
Por otro lado, la psicóloga Piera Pallavicini indicó a Las Últimas Noticias que las parejas que «comparten más espacio físico, proximidad o interacciones sensoriales se sienten más cercanas o con mayor complicidad. Esto, debido a que de todos nuestros sentidos, el tacto es el más primitivo, es fundamental no solo para la conexión emocional, sino que para la sobrevivencia. Necesitamos el tacto para sobrevivir».
Así lo recalcó su otra colega, Judith Álvarez, quien afirma que «cuando una pareja lleva mucho tiempo junta, se puede llegar a niveles de identificación que resultan realmente asombrosas(…) Por ejemplo, uno puede ver a parejas que se imitan sin querer, estilos de caminar, de hablar, de comer».
El profesor Brian G. Ogolsky, si bien para este estudio de parejas solo se centró en personas heterosexuales y blancas, indica que esto puede dar paso a mayores análisis en el futuro que incluyan a más sectores de la sociedad.
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