Cuando empezamos una relación, todo es risas, emoción y placer. Probablemente tengas sexo frecuentemente, pero cuando ya pasa el tiempo, las cosas cambian. Puede que ya tengas relaciones sexuales una vez a la semana o pases semanas en sequía.
Cuando esto sucede, puede que una de las partes no esté bien con esto, porque quiere seguir practicándolo como antes. Y puede que a su pareja no le apetezca tanto.
¿El problema más común en terapia de parejas?
Pues según la doctora Pepper Schwartz, es el deseo sexual.
La psicoterapeuta sexual Miranda Christophers, según consigna el Huffington Post, señala que uno quiera tener más sexo que el otro es «extremadamente común».
Un estudio hecho en Reino Unido por Natsal, descubrió que una cuarta parte de las relaciones sufren este problema, pero se sospecha que lo sufren la mitad.
Tampoco es algo exclusivo de la parejas heterosexuales. Una encuesta hecha por Gay Star News con 1.500 personas homosexuales, descubrió que un 53% de ellos tenían más deseo sexual que sus parejas, mientras que apenas un 22% señaló tener un libido similar a su pareja.
¿Qué sucede con las parejas?
Acorde a Christophers, el deseo sexual puede aumentar o disminuir según el estado anímico de la persona, cómo esté con su pareja o cómo haya evolucionado en el tiempo. O sea, hay muchos factores que afectan en el deseo sexual, como problemas físicos, como dolor en el sexo, problemas en la erección, estrés o cansancio. Otros factores también pueden ser la menopausia, el embarazo, medicamentos, el alcohol o la depresión .
Si bien para algunas personas no hay problema de que su pareja quiera más o menos sexo, pero para otras es un motivo de ruptura.
Si bien hay una creencia de que el hombre es el que tiene mayor deseo sexual que la mujer, también está la opción de que ella necesite más sexo, pero esto la hace sufrir estrés.
«Es verdad que para algunas personas es un problema importante», dice Christophers. Sus estudios sobre ello muestran que la insatisfacción sexual puede dañar la relación y afectar al autoestima y a la identidad de las personas.
Si el nivel de deseo sexual empieza a no coincidir, es mejor conversarlo. Es mucho mejor antes de que sea un problema para la pareja, llegando a la ruptura o una infidelidad.
Es fundamental hablar de ello, de lo que los motiva y lo que no. Según Christophers, hablar de las discrepancias y ver dónde surgen, hacen que estén a disposición de solucionar el problema y mitigar sus posibles consecuencias.
Además, al comunicarse, se puede ver si hay una solución o buscar un nivel de intimidad en el que estés cómodos, buscar un punto medio. Porque recordemos que el sexo no solo implica penetración, está la masturbación, el sexo oral, juguetes, etc.
En otro estudio hecho a 179 mujeres que tenían relaciones largas, les consultaron sobre qué hacían para mantener el deseo sexual. Sus respuestas variaron, desde practicar sexo igualmente, utilizar juguetes, tener más contacto físico con su pareja hasta planificar el sexo.
Otras recomendaciones
La terapeuta sexual Jamila Dawson, por ejemplo, aconseja a sus clientes recordar experiencias pasadas que la pareja haya disfrutado. «Hay que centrarse en lo que ya ha funcionado antes e intentar trasladarlo a la situación actual», explica en SexualBeing.org. Haz que las experiencias ya buenas jueguen a tu favor.
También se recomienda que haya más intimidad en el día a día, como acurrucarse en el sofá, darse la mano, recordar buenos momentos o hablar de tu día a día.
Igualmente, la educadora sexual Ruby Rare, recalca que «no practicar sexo no es el fin del mundo».
Rare aconseja reajustar las expectativas en torno al sexo. «En mis relaciones atravieso diferentes etapas, y a veces me apetece sexo y a mi pareja también, y otras veces, no nos apetece tanto, por los motivos que sean», explica.
La experta señala que cuando se atraviesa una sequía indeseada con la pareja, lo importante es hablarlo y con amabilidad. «Una cosa es no estar en la misma línea sexual y que eso no te guste, y otra cosa es que eso se transforme en resentimiento, un problema mucho más difícil de superar», señaló.
«Si piensas en tu situación y tus sentimientos con compasión y amabilidad y eres capaz de trasladar esa misma amabilidad a la situación y los sentimientos de la otra persona, será un muy buen punto de partida», agregó.
Si el problema persiste, a pesar de la comunicación, pues lo mejor es ver a un profesional.
«El momento en el que una persona monógama empieza a pensar en satisfacer sus deseos sexuales fuera de la relación es el momento de buscar la ayuda de un terapeuta sexual o de parejas», concluye Christophers.