Estás empezando a salir con alguien. Tal vez lo conociste en el trabajo, por amigos en común o incluso por alguna aplicación de citas. Te encanta el chico; llevan un par de semanas hablando, la pasas genial y te comienzas a enganchar. Hasta que de pronto ¡puf! no hay más mensajes de respuesta y parece haber desaparecido de la faz de la tierra.
Si te ha pasado, lamentamos contarte que has sido víctima de ghosting. El término proviene de la palabra en inglés «ghost» (fantasma en español) y hace referencia al acto de «desaparecer como un fantasma». Por lo general, ocurre en los inicios de una relación de pareja.
Esta práctica se ha hecho cada vez más común. Un estudio presentado en 2019 arrojó que 140 (23.3%) de 554 participantes sufrieron en algún momento ghosting, mientras que 120 de ellos (21.7%) admitieron haber ghosteado a alguien. No queremos ni imaginar cómo estarán estas cifras hoy en día…
Y aunque nosotros no lo recomendamos como principal herramienta, existen algunos estudios y situaciones que podrían explicar la razón detrás de esto y por qué incluso a veces podemos marcharnos con la consciencia limpia.
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¿Por qué a veces es bueno hacer ghosting?
No todos tenemos buenas experiencias a la hora de conocer a alguien. A veces, algo que empezó como un coqueteo agradable, puede volverse demasiado abrumador como para continuarlo. En otras ocasiones, podemos darnos cuenta de que esa persona no nos gusta tanto como creíamos. En algunos casos, puede volverse tóxico o incluso abusivo.
Y es que a veces nos cuesta -o nos da miedo- ser directos y cortar las cosas admitiendo que realmente no nos sentimos bien. De acuerdo con un estudio de la revista GQ, las personas por lo general lidian muy mal con el rechazo amoroso, por lo que terminar con alguien puede hacerse más difícil de lo que parece. Justamente esto nos podría llevar a tomar la determinante decisión de hacer ghosting.
En otro estudio de la Universidad Erasmo de Róterdam, enfocado en la experiencia en usuarios de aplicaciones de citas, algunas personas optaron por desaparecer sin aviso por miedo a agresiones verbales o incluso situaciones de acoso. Otros, lo hicieron porque no querían herir a nadie o porque simplemente era más sencillo.
Así que ya lo sabes. A veces, el ghosting no siempre se trata de egoísmo. De hecho, puede producirse por el miedo a lastimar los sentimientos del otro. «Nadie está obligado a estar donde no quiere y creo que exigir ser políticamente correcto es algo que no corresponde», dijo en este sentido el psicólogo clínico Kalvin Stine en conversación con La Cuarta.