No es un secreto que el estrés es parte de nuestra rutina, y que aumenta considerablemente en las fiestas de fin de año.
Lo que en ocasiones no tenemos en cuenta, es que este estrés también se infiltra en nuestra cama, afecta nuestro libido y disminuye nuestro placer sexual.
¿Cómo el estrés afecta tu libido y sexualidad?
Según Odette Freundlich, Kinesióloga especialista en sexualidad, el estrés es el peor enemigo de la sexualidad. «Cuando estas con ansiedad o estrés , se libera una hormona llamada Cortisol, la cual te hace estar en estado de alerta, todo lo contrario de lo que se necesita para un encuentro sexual placentero, en donde se requiere que estés tranquilo, sintiéndote seguro, cómodo y conectado con tus sensaciones y en el momento presente».
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¿Cuáles son las señales de que el estrés afecta la sexualidad?
Tal como explica la profesional, existen varios síntomas que pueden ayudar a vernos que el estrés se está volviendo preocupante. Una de las señales más frecuentes son la desconexión, la preocupación y la ansiedad, que afectan directamente en la respuesta sexual.
Es así como vemos comprometido el «deseo sexual, la capacidad de sentir placer, la erección y el control eyaculatorio, la falta de libido, o problemas para llegar al orgasmo, etc. Todos estos síntomas, perjudican negativamente la salud sexual de las personas», asegura Odette Freundlich.
Pero calma, que todo tiene solución para recuperar tu libido y disminuir el estrés. De acuerdo a la profesional lo mejor es enfocarse en que los encuentros sexuales sean de mayor calidad y no cantidad, buscando la situación adecuada para sentirse en confianza.
Adicionalmente es importante enfocarse en la comunicación en pareja, para que tu partner entienda cómo te sientes y no sientas la necesidad de forzar el encuentro sexual solo por cumplir.
«Una práctica muy importante para combatir el estrés y mejorar los encuentros sexuales son los abrazos y las caricias, que generan una hormona llamada oxitocina la cual produce cercanía, apego y sensación de bienestar. Por lo tanto, el antídoto son los abrazos y caricias», concluye Odette Freundlich.
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